La Madre Carmen Rendiles Martínez, futura primera santa de Venezuela, fue una constructora incansable no solo de la fe, sino también de obras tangibles. Su legado se materializó en una sólida red de colegios, casas de formación y obras de caridad que continúan activas hasta la actualidad, todas ellas centradas en el servicio a la Iglesia y el carisma de la adoración eucarística.
Aunque su logro más conocido es la fundación de la Congregación de las Siervas de Jesús en Venezuela, su historia es bastante extensa, gracias a que fue una mujer de profunda visión y acción eclesial.
Su vida consagrada, marcada por la superación de la adversidad, principalmente debido a su discapacidad, se tradujo en una intensa labor de construcción de instituciones dedicadas a la formación integral, la educación y el apostolado.
El corazón de toda su obra fue la adoración a Jesús Sacramentado, un carisma que quiso llevar a la vida activa a través de colegios, casas de noviciado y la colaboración directa con los sacerdotes.
La educación se convirtió en el principal vehículo del apostolado de la Madre Carmen Rendiles y su congregación, no solamente bajo el propósito académico, sino también porque resaltaron la importancia de formar en valores cristianos. Siendo la Superiora de la congregación, se establecieron varios planteles educativos de renombre en distintas regiones del país, expandiendo la influencia de las Siervas de Jesús. Esta labor comenzó a consolidarse a partir de 1942, mucho antes de la fundación canónica de la congregación venezolana.
Entre sus fundaciones más significativas se encuentra el Colegio Belén de Caracas, ubicado en Los Palos Grandes, una institución emblemática que también sirvió como la primera Casa del Noviciado de la congregación y en donde hoy descansan sus restos mortales.
En la capital también impulsó el Colegio Santa Ana y la fundación de una escuela en su propia casa familiar de El Paraíso (donada en 1959), dedicada a la instrucción de niñas de escasos recursos económicos. Su visión la llevó a fundar colegios en el interior del país, como el Colegio Betania en Valencia, el plantel en San Cristóbal y el Colegio Nuestra Señora del Rosario en La Punta.
Para la consolidación de la Congregación de las Siervas de Jesús fue necesario ubicar estructuras de formación sólidas, por lo cual la Madre Carmen aseguró el establecimiento de la Casa Madre en la parroquia Altagracia de Caracas, el núcleo administrativo y espiritual de la orden.
Además de los colegios, su misión apostólica se extendió a la colaboración con la jerarquía eclesiástica, lo que llevó a las hermanas a dedicarse a la atención del Seminario Diocesano de San Cristóbal, al Palacio Arzobispal y a la Catedral de Caracas, enfocándose en la confección de hostias y ornamentos litúrgicos.
El espíritu caritativo de la Madre Carmen, marcado por haber superado el estigma de su propia discapacidad, también se puede ver reflejado en las obras dedicadas a los más vulnerables. Aunque fue fundado posterior a su muerte, el Grupo de Niños, Jóvenes y Adultos con Discapacidad Madre Carmen en Caracas es la continuidad de su carisma de inclusión.
La extensa red de colegios, casas de formación y obras de servicio es el testimonio más palpable de la incansable fe de la Madre Carmen Rendiles. A través de estas instituciones, su carisma de la caridad y la adoración eucarística sigue vivo, formando a miles de jóvenes y sirviendo a la Iglesia.
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