Jennifer Orozco | LA PRENSA.- “Me abrazó muy fuerte y me dijo que yo lo iba a enterrar, que me regalaba la fosa y que me encargara de todo. Como que presentía su muerte”, dijo entre lágrimas Rosa Mateo, hermana de Édgar Lorenzo Mateo (59), arrollado la noche del lunes frente al cementerio de Quíbor cuando iba caminando hacia su trabajo.
“Lencho”, como lo conocía su familia, tenía dos trabajos. En la mañana laboraba como mantenimiento en una venta de empanadas en el centro de Quíbor. A las 6:00 de la tarde salía de allí y se iba caminando hasta la salida a la vía El Tunal, pues cualquiera le daba la cola hacia el sector La Florencia, donde residía y también trabajaba como “todero” en la casa de los abuelos.
Pero la noche del lunes, “Lencho” vio que se le hicieron las 7:00 de la noche y no le pasaban carros, así que decidió caminar. Cuando pasaba frente al cementerio, varios testigos oculares vieron cómo un Aveo blanco, manejado por una mujer, arrollaba a “Lencho” dejándolo en el pavimento tendido bocabajo y en ese momento otro vehículo sin identificar le pasó por encima.
Édgar quedó muerto en la vía y ninguno de los dos vehículos que los arrolló se detuvo para auxiliarlo. Unas mujeres que lo conocían y pasaron por el sitio fueron quienes a las 9:00 de la noche le avisaron a Rosa de la muerte de “Lencho”.
Rosa quedó muy afligida. Édgar era su hermano mayor y ella estaba pendiente de su salud.
“Lencho” tenía un año trabajando en la casa de los abuelos, donde las monjas que allí trabajan lo trataban como una familia.