José D. Sequera – LA PRENSA de Lara .- Fueron 29 los privados de libertad del Centro de Detención Preventiva Quíbor de la Policía de Lara los que realizaron una huelga de sangre ayer en la mañana después de una requisa efectuada en los dos calabozos que allí hay. La acción de protesta de los presos fue para exigir que se acaben los maltratos y se ejecuten los traslados a penales para los que tengan condena.
De acuerdo a lo informado por un grupo de los familiares de los presos, el «peine» dentro de los calabozos inició después de las 9:00 de la mañana y duró aproximadamente media hora. En ese rato, los policías aparentemente los golpearon e insultaron a los reos.
Los privados, cansados de los «abusos» que ellos les denuncian a sus familiares, se cortaron los pies y brazos poniendo así su vida en riesgo, algo que implicaría problemas judiciales a los policías durante sus funciones de custodia. Cuando los funcionarios se percataron de lo que estaba sucediendo tras los barrotes, trasladaron a 13 de los presos hasta el Hospital de Quíbor, ubicado a dos cuadras de la comisaría.& ;
A las afueras del centro de salud, gran cantidad de familiares de presos tenían caras de angustia y preocupación por el estado de salud de ellos. La esposa de uno de los privados (acusado de robar una moto), reveló que él lleva tres años encerrado en la comisaría y que en todo ese tiempo, supuestamente, ha sido maltratado.& ;& ;
«Él cometió un error, pero eso no quiere decir que lo tienen que golpear tan fuerte. Él no es un perro«, reclamaba la vez que estaba pendiente de la puerta de la Emergencia por si él salía.
Mientras los familiares los esperaban, los 13 presos fueron atendidos por los médicos de guardia, quienes después del chequeo confirmaron que las heridas eran sólo superficiales. A los privados agarraron los puntos y fueron dados de alta en grupos de tres.
Caminando muy poco a poco y con la piel aún manchada de sangre, los presos salían caminando hasta la entrada y se montaban en la patrulla.
«Yo no quiero volver a esa comisaría, quiero ir a La 30 (Comandancia general de Polilara). Aquí nos pegan y pasamos mucha roncha», decía a viva voz uno de los presos.
& ;Familiares de estos reos señalaban que hay varios que ya tienen condena, pero no han sido trasladados a un penal, para cumplirlo. «A un compañero de mi hijo le dieron hace seis años una condena de siete años de cárcel. Prácticamente ha cumplido lo que tenía que pagar aquí en Quíbor», dijo un familiar.