Ismary Bustamante | LA PRENSA DE LARA.- La medida que se pensaba proyectaría la vida comercial en la frontera tachirense, causó un revés en el mercado interno de compra y venta de productos. Realidad que golpea a comercios de ropa, ventas de repuestos para vehículos, ferreterías, empresas de cuero y al ramo hotelero.
Yamile Andrea Oquendo, encargada de una ferretería en la zona de San Antonio, aseguró que la dinámica comercial no favorece al emprendedor local, porque adquieren productos de calidad nacional, compitiendo de forma injusta con los precios que ofertan las ferreterías de Cúcuta. «Las personas prefieren comprar del otro lado, porque en Cúcuta consiguen más barato. En realidad el peso colombiano rinde más allá que aquí».
Tibisay Quintero, vendedora en una tienda de ropa del municipio fronterizo, señ;aló que el declive en las ventas se debe a las variaciones constantes entre el peso colombiano, el dólar y el bolívar. Situación que lleva al comprador a cruzar la frontera para adquirir productos de menor costo.
En el olvido
El contexto descrito por los comerciantes formales del municipio Bolívar se acentúa con los problemas en la prestación de los servicios públicos, según explicó Iván Rosales, activista político y ex concejal del municipio Pedro María Ureñ;a.
El representante aseguró que en la frontera tachirense las fallas de electricidad y agua empeoran debido a la falta de planificación de las autoridades que dirigen Hidrosuroeste y Corpoelec. «Actualmente hacen cortes eléctricos hasta 4 veces al día, hay sectores donde el agua llega una vez por mes, qué le podemos ofrecer a los clientes si no hay capacidad en servicios básicos».
Otro tema que preocupa al activista político es el pago excesivo de impuestos que deben cancelar los empresarios al Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria SENIAT, cuota que considera debe ser revisada por las autoridades a fin de incentivar la apertura de empresas en el territorio fronterizo.
«Durante el Primer Foro Binacional Colombo ; Venezolano realizado en San Antonio del Táchira en el mes de julio, se planteó la necesidad de bajar el importe que deben cancelar los empresarios, ya queda de parte de las autoridades competentes aplicar los cambios que se requieren» dijo.
El exconcejal Rosales estimó que el Foro Binacional fue un primer espacio para reflexionar sobre los problemas que impiden el desarrollo comercial de los municipios que limitan con Colombia, sin embargo, planteó la necesidad de activar un estado de emergencia económica en la frontera.
«Las autoridades venezolanas deben activar mesas de trabajo donde los afectados hablen sobre esos problemas de servicios públicos, costo de impuestos, inseguridad, necesidad de financiamiento y partiendo de ese análisis, creen planes oportunos para el impulso que necesita el sector comercial».
Comercio informal
La frontera es escenario del comercio informal, practicado por aquellos que no cuentan con recursos para establecer sus negocios bajo los parámetros establecidos por los entes regulares.
Los representantes del comercio informal también acusan una notable baja en sus ventas después de la reapertura del paso por el puente.
Yenny Useche, vende bebidas en el puente Simón Bolívar, manifestó que al reactivar el paso de vehículos son menos las personas que transitan caminando. «Cada vez me compran menos porque muchos pasan en vehículos y no se paran a comprar, los vendedores informales estamos sobreviviendo».
Jonathan Valladares, transporta paquetes y equipajes en su carreta, dijo que con la apertura del puente internacional mermó el paso de personas y con ello la cantidad de clientes que solicitan de su servicio.
«Estoy trabajando más que todo con clientes que, cada cierto tiempo, solicitan mi asistencia para llevar su carga hasta el carro que dejan estacionado en San Antonio, porque no tienen los documentos para circular sus vehículos en Cúcuta» aseguró Valladares.
Diana Infante, vendedora informal de «chucherías» manifestó que las ventas están muy bajas, además de que siguen siendo desprestigiados por autoridades, quienes «a veces, tratan a los buhoneros como si fueran delincuentes».