Osman Rojas | LA PRENSA de Lara.- La gente que compra carne lo hace «graniadito». Esa es la realidad expresada por los vendedores de la proteína animal y es que, la galopante inflación que hay en el país, hace que los comerciantes se las ingenien ofreciendo bandejas o bolsitas de carne de 300 o 400 gramos.
«Esa es al forma de vender. La gente ve que el precio es de 25 mil bolívares y lo agarra. Todos buscan ahorrarse algo por muy poco que estos sea», comenta Joaquín Rojas, vendedor de carne en un frigorífico ubicado al este de la ciudad.
El hombre cuenta que esta estrategia se usa también con el pollo y el cochino.
Morcilla y traste son el resuelve
Los mercados municipales se han convertido en las nuevas carnicerías del estado. La venta de trastes y morcillas resuelven la comida de muchos hogares la región y es que, ante el costo que tiene un kilo de carne o pollo (65 mil y 46 mil bolívares respectivamente), las personas salen a resolver con los más barato que consigan.
Es aquí donde el subproducto o lo que antes era desechado como basura cobra importancia pues hasta el pellejo que le quitan al pollo es vendido en los mercados.
«A todo se le saca un provecho. A todo se le gana y con eso se rellenan arepas», comenta Julio Carrillo, padre de familia que fue consultado por LA PRENSA.