José Daniel Sequera | LA PRENSA.- Sin pudor alguno, Fermín, quien está rozando los 70 años rompe con fuerza una bolsa negra de basura que estaba tirada en la carrera 18. Mientras aparta restos de papel sanitario y conchas de cambur finalmente consigue unos cuantos huesos de pollo. “Tremendo banquete tendré”, exclama emocionado antes de empezar a masticar.
Este indigente es el reflejo de una realidad que parecía increíble en la Venezuela de 10 años: gente que cambiaron la comodidad del comedor de su sala por el tener que hurgar entre bolsas de comida para conseguir algo qué comer en el día.
Se ha vuelto cotidiano para el venezolano observar en calles y avenidas grupos de personas alrededor de bolsas, tratando de tener algo de suerte y conseguir, lo que es en muchos en casos, la única comida que tendrán ese día.
El director de Investigación de la organización no gubernamental Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea), Marino Álvarez explica que este “cambio de comedor” inició hace dos años pero se agudizó el año pasado. Asevera que se debe a las malas políticas alimenticias implementadas en el país.
“(Nicolás) Maduro se ha convertido en una fábrica de pobreza, continuando el legado que dejó el presidente Hugo Chávez, es decir el proyecto ‘bolivariano’ lo que ha generado es más hambre en el pueblo”, refiere.
El también abogado hace referencia a las cifras mostradas en el informe anual de esa ONG sobre los niveles de alimentación en el país, en el que se afirma que 8,2 millones de venezolanos ingieren comida dos veces -o menos-, por día, además que 9 de cada 10 venezolanos no pueden pagar su alimentación diaria por el bajo nivel adquisitivo.
Ante estos números tan preocupantes, Álvarez precisa que el hambre junto a la salud se han convertido en temas centrales de la crisis humanitaria denunciada por la oposición venezolana y organizaciones que apoyan los derechos humanos y que el gobierno de Nicolás Maduro todavía no reconoce.
“Este gobierno, con sus malas políticas lo que ha hecho es degenerar progresivamente la calidad de vida de la familia venezolana, sobre todo en los más pobres”, dice.