Guaro Mirón | LA PRENSA DE LARA.- Pura hediondez. Hace unos días recibí un mensaje de mi buena amiga Zoila Rosa Barboza, quien me comentó que había sufrido una caída y estaba comprometida de salud.
Como buen panita que soy, tomé mi bicicleta, compré una bolsa de mamones y me lancé el viaje hasta su casa, en la calle 27 entre calles 35 y 36. Su casita está diagonal al liceo Pastor Oropeza.
Cuando ya estaba por llegar me llegó el olorcito característico. ¡Foooos! esa pestilencia ya la conozco de aquí a Pekín.
Conforme me fui acercando al sitio, confirmé mis sospechas. Como diría aquella cuña que se hizo bastante famosa «por el aroma yo lo sé»: Otro colapso de cloacas, ya parece que se ha hecho costumbre que Hidrolara no cumpla con su deber y mantenga a las familias guaras rodeadas de pudrición.
Llegué a la casa de Zoila y sin perder el tiempo la puse a que me echara el cuento. ¡Na guará! Resulta que esa pobre gente tiene más de año y medio viviendo con ese problemón.
Pobre Zoila, se llevó tremendo susto con su caída y ahora que debe permanecer en cama tiene que calarse todo el olor que emana de esa cloaca.
«¡Ay Guarito!, nadie viene a ayudarnos porque sólo somos cuatro casas afectadas. Al frente está el liceo, pero está cerrado por la pandemia. Como somos poquitos estamos embromados», me dijo.
Pero eso no es todo, resulta que una de las vecinas trabaja para la Gobernación del estado Lara y ha metido cuanto reporte ha podido, a ver si se apiadan de la situación.
«Yo sé que no soy la única con un problema así, pero hasta cuándo voy a tener que calarme eso», me dijo mientras se me aguaba el guarapo. ¡Pobre de mi gente, cómo me duele verlos pasando tanto trabajo!
Zoila me dice que hasta el sitio ha ido una comisión de Hidrolara en dos oportunidades; sin embargo, tal y como han hecho con otros colapsos todo queda en una supervisión.
Los trabajadores le hicieron saber a los afectados que debían ser reemplazados dos tubos centrales y por tal motivo debían tener paciencia, y es que actualmente no cuentan con los recursos ni equipos para cumplir con las labores.
«Nos dijeron que no nos preocupáramos, que venían al día siguiente. Pero qué va, esos muérganos ni por la silla volvieron», dijo con molestia.
¡Qué bárbaro!, no sé cuánto más va a tener que soportar esa pobre gente. Ya va siendo hora que las autoridades se amarren los pantalones y dejen de embellecer sólo en las zonas por donde pasa la reina.