viernes, 22 noviembre 2024
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La virgen cerquita de los suyos

Joelis Sosa Alvarado | LA PRENSA.- Las lágrimas corrían por sus mejillas, alzaba sus manos y agradecía. El amor y la devoción se ha­cía notar mientras se acercaba a su patrona.

Así se encontraba Anto­nia Silva, una mujer de 77 años de edad quien con mucho fervor oraba durante el descenso de la Virgen de Altagracia de su nicho, al trono proce­sional.

Silva, sentada en su silla de ruedas, cuenta que perdió la cuenta de tantos milagros que le ha conce­dido la virgen. “Más que pedirle debo agradecerle. Ha hecho de mi una mu­jer fuerte, son inconta­bles las cosas buenas”, comentó la señora emo­cionada.

Así como Silva, estaban otras personas que alaba­ban el lienzo de la virgen en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe du­rante las distintas activi­dades desarrolladas ayer.

La iglesia mejor conoci­da como “La Ermita” es­tuvo repleta de feligreses de distintas edades, quie­nes rindieron homenaje a su patrona. La emoción de cada uno se expresó de diferente forma, algu­nos lloraban, otros canta­ban con la piel erizada, sonreían y agradecían durante el sinfín de acti­vidades desarrollados ayer en el municipio Ji­ménez.

Los Salveros arrancaron la celebración con una hermosa serenata donde cantaron Los Misterios, Salve Regina y el cierre con las 40 palabras de po­esía con el Salve de Pie.

Con ello agradecían y pe­dían porque la cultura prevalezca en Quíbor. “Queremos rescatar la cultura y quién mejor que nuestra virgen que conceda este deseo”, expresó Pausides Mendo­za, miembro del grupo Salveros de la Virgen de Altagracia.

Posterior a esto se reali­zó el Santo Rosario a la virgen por parte de la Pastoral Mariana quie­nes rezaron por la paz de Venezuela. También se llevó a cabo la consagra­ción de la virgen hacia to­dos los feligreses.

La misa inició minutos más tarde dirigida por el párroco Ángel Eduardo Bastidas, padre de la pa­rroquia. En esta celebra­ción las peticiones hacia Dios y la virgen fueron por la paz y el bienestar del país, donde luego prepararon el lienzo de la virgen que fue llevado hasta la entrada de la iglesia para mostrarla al pueblo y luego subirla a su trono procesional y sa­carla hasta la plaza La Er­mita, donde diferentes agrupaciones culturales bailaron y homenajearon a su “Caimana”.

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