LA PRENSA DE LARA.- Hay quienes creen que para salir del régimen chavista en Venezuela no solo hay que parecerse a él sino además tratar de superarlo. Ya en la Venezuela del Estado de partidos el clientelismo y la corrupción administrativa eran una enfermedad crónica que afectaba a Venezuela.
En ese entonces pensábamos que eran niveles definitivos e insuperables de descomposición nacional. Era la Venezuela antes de 1999 y aún no habíamos conocido al chavismo. Hugo Chávez llega al poder precisamente cabalgando en un discurso anti corrupción que etiquetaba a toda la clase política del momento como saqueadores del tesoro nacional sin mayores diferencias entre ellos que las siglas y los colores de los partidos.
Pero con Chávez la corrupción y el clientelismo se multiplican en forma exponencial dejando a todos los corruptos de la era del Estado de partidos como unos verdaderos niños de pecho.
Toda forma de corrupción y clientelismo, no importa su dimensión o tamaño, es absolutamente condenable porque es una degeneración de la función pública. Pero ciertamente no hay forma de comparar entre aquella y esta porque en nombre de su llamada revolución bolivariana el chavismo se reviste de privilegios e inmunidades que nunca les fueron reconocidas a los corruptos de antes.
La no rendición de cuentas, la incorporación de activistas como empleados públicos, el uso de PDVSA como caja chica para financiar antojos mesiánicos, y otras prácticas similares se convirtieron durante la época chavista en la nueva normalidad.
Los 250 mil dólares de la partida secreta de Miraflores por los cuales el Fiscal Ramón Escovar Salom pidió enjuiciar y destituir a Carlos Andrés Pérez lucen como una modesta propina comparados con los escandalosos niveles de corrupción de hoy.
Como una forma falaz de legitimar el desorden y el desmantelamiento administrativo en Venezuela el chavismo se escuda en la idea de lo popular. En este sentido se justifica la corrupción y el clientelismo si estos ayudan al pueblo en formas de cajitas CLAP o de bonos vía Carnet de la Patria. Con esa premisa se destruyó PDVSA.
Por: Humberto González& ;
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