Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- Una nueva negociación política entre Gobierno y oposición podría iniciar en México, en agosto, con mediación de Noruega, según informó Nicolás Maduro el pasado 24 de julio. Su firme propósito es que Estados Unidos participe y levante las sanciones económicas, pero para que esto se concrete las conversaciones deben girar en torno a unas elecciones presidenciales libres con observación internacional, tal como lo ha propuesto Juan Guaidó, quien lidera la plataforma unitaria. El escepticismo marca este nuevo escenario político, según indicaron los analistas porque no vislumbran en el horizonte una verdadera voluntad por parte del Gobierno para aceptar salidas democráticas.
«En Venezuela formalmente no ha habido diálogos anteriores, porque uno de los parámetros que se debe dar primero es el reconocimiento de la otra parte, y en segundo lugar la voluntad de llegar a acuerdos. El punto clave es que el régimen de Maduro no reconoce a los factores democráticos que se deben sentar en un diálogo, en plenas negociaciones los ataca y comete actos directos contra ellos, como encarcelarlos o perseguirlos», comentó Tulio Álvarez, jefe de la cátedra de Derecho Constitucional de la Universidad Central de Venezuela.
Considera que en los nueve intentos de negociación que han ocurrido en Venezuela: tres durante el gobierno de Hugo Chávez, y seis con Nicolás Maduro, la estrategia del Gobierno ha estado orientada en ganar tiempo, mejorar su posición política, superar momentos de coyunturas complicadas y dominar las elecciones. Así ocurrió en 2002, cuando se dio el primer diálogo entre Gobierno y oposición. En esa oportunidad, la Organización de Estados Americanos participó como mediadora y creó la comisión del Grupo de Boston, donde parlamentarios venezolanos se llegaron a reunir en Estados Unidos y avanzaron hasta firmar un acuerdo para dirimir el conflicto político derivado del intento de golpe de Estado el 11 de abril de 2002 y el paro petrolero con un referendo revocatorio.
«El Gobierno en esa oportunidad dilató tanto las negociaciones que logró que el referendo se realizara dos años después, en 2004, de tal manera que le permitió a Chávez crear un conjunto de misiones sociales muy populistas e influir en la opinión pública, ganando esa elección con el 59% de los votos«, recordó el politólogo Germán Aponte. Desde entonces, argumenta que los diálogos han dejado un sabor amargo en los venezolanos porque sólo han generado el incremento de la crisis económica, mayor inestabilidad social, política y un proceso de consolidación de la revolución bolivariana a través del control de las instituciones.
«El diálogo es la mejor herramienta democrática para salir de la crisis, pero para que este sea efectivo las dos partes tienen que estar dispuestas a ceder. El problema está en que no se puede creer en el diálogo cuando uno de los interlocutores no es democrático, ahí hay una disonancia. El chavismo siempre ha buscado imponer su agenda. Los factores democráticos también van a tratar de imponer condiciones, porque para ellos priva el costo político. En ese caso es muy difícil que se generen soluciones», dijo.
«No hay realmente empeño, compromiso veraz del Gobierno por avanzar por otra vía que no sea asegurar su permanencia en el poder. Ese cinismo sirvió para que Maduro se burlara del papa Francisco en 2014 en la mesa de diálogo, pero ha seguido siendo lo característico en las otras experiencias», opinó Nelson Chitty La Roche, especialista en política internacional.
Imponen minorías
El politólogo Radamés Graterol explicó que las negociaciones son procesos largos que buscan cambios estructurales. Para que se logren deben realizarse en un lugar neutral, escoger promotores que conformen comisiones preliminares, y además deben contar con voceros reconocidos nacional e internacionalmente, y acordar una agenda con temas claros a tratar.
«Cuando Maduro se refiere a que en México hablará con las oposiciones, la posibilidad de lograr acuerdos se complica. Ha ocurrido en el pasado que la multiplicidad de voceros han enredado las negociaciones. Otro error es que ha imperado el deseo de protagonismo y la politiquería de los opositores, antes que una propuesta unánime para lograr salir del modelo político actual», alegó.
Desde 2019, el Gobierno ha mantenido un diálogo paralelo con una oposición de partidos minoritarios que ha participado en los últimos procesos electorales, pero hasta ahora sin ser reconocidos por la comunidad internacional. Graterol considera primordial que a la sociedad civil se le diga en qué consistirán los temas a negociar, y que sean tomados en cuenta para representar la mesa de diálogo.
Resaltan errores
El 21 de julio, la Oficina de Washington para América Latina (WOLA), y el Instituto Paz de los Estados Unidos presentó un informe titulado «Negociando un retorno a la democracia en Venezuela», donde detallan por qué en 2019 el Gobierno y la oposición no lograron ningún acuerdo en los diálogos en Barbados, luego del intento de alzamiento militar que se registró el 30 de abril, a los pocos meses de que Juan Guaidó fuese proclamado presidente encargado de Venezuela por la Asamblea Nacional (2015).
«Tanto el Gobierno como la oposición tenían alternativas a una solución negociada, y recurrieron a ellas cuando las conversaciones se estancaron. La oposición declaró fallidas las conversaciones, con el fin de afirmar que se necesitaba más presión contra el gobierno de Maduro y que el proceso sólo le proporcionó al gobierno legitimidad y prestigio internacional. El éxito de las negociaciones no fue necesariamente el objetivo primordial de ninguna de las partes», reseña el informe.
A su vez, destacan que EE. UU. fue percibido por ambas partes como indispensable por imponer las sanciones económicas contra el Gobierno, pero en ese momento habían divisiones muy marcadas entre el Consejo de Seguridad de EE. UU. y el Departamento de Estado por la política de Donald Trump.
«El rechazo de la Casa Blanca de considerar la idea de alivio de las sanciones sectoriales a cambio de nuevas elecciones con mejores condiciones, pero con Maduro todavía en su cargo, por ejemplo, dejó a los negociadores con poco poder para influenciar al gobierno», explica el documento.
«Presión internacional podría incrementarse»
Tulio Álvarez, profesor de Derecho Constitucional en la UCV, sostiene que el Gobierno busca «neutralizar o flexibilizar» la posición de la comunidad internacional a través de las negociaciones que planea en México.
«Lo que puede ocurrir cuando se cometan los mismos errores del pasado en esas negociaciones, es que se catapulten mayores presiones y rigidez de las sanciones, cuando la comunidad internacional tenga la convicción del asalto que está fraguando Nicolás Maduro en el próximo proceso electoral. Para el régimen, todos los días es un día que gana en el poder, él está domando una mejor posición del día a día. Esto puede traer como consecuencia una radicalización de la comunidad internacional», alegó.
A su criterio, la realidad de Venezuela no ha cambiado en los últimos años, el país se mantiene en una emergencia humanitaria. «En el escenario externo hay una cierta desesperación de la comunidad internacional porque no siente que se haya avanzado con las presiones ejecutadas, en consecuencia pareciera que lo que se está dando es un plazo al Gobierno para que logre por vía electoral un acuerdo o una solución de conflicto, pero la realidad es que el régimen por su naturaleza no reconoce a la oposición venezolana, y si hay unas elecciones competitivas, donde los opositores tengan la posibilidad de ganar espacios, el régimen desmontará los resultados a través del Tribunal Supremo de Justicia y el control que tiene en las demás instituciones», expresó.
«Para el diálogo se requiere voluntad política y democrática, si no tenemos eso estaremos ante una nueva estafa en una mesa de negociación», expresó Édgar Zambrano, diputado de la Asamblea Nacional electa en 2015. Sostiene que en el mundo, el 90% de los conflictos se ha resuelto con diálogo.
PSUV a favor del diálogo
Iván Lugo, miembro del buró político del PSUV en Iribarren, sostiene que desde que Nicolás Maduro llegó al poder ha hecho más de 200 llamados a diálogo a la oposición. «Hay una oposición que rectificó y ahora está representada en la Asamblea Nacional electa el 6 de diciembre de 2020 y otra oposición representada por Juan Guaidó, que son unos malhechores, se han robado los activos de la nación y deben caer sobre ellos todo el peso de la justicia, presionando por más sanciones que impiden la importación de alimentos y hasta de vacunas para el covid 19», resaltó.
Comunicó que desde abril, el parlamento que domina el chavismo ha citado a los diputados de la oposición democrática, por considerar que han incurrido en delitos de traición a la patria.