domingo, 23 febrero 2025
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Informe alerta que migrantes siguen cruzando el Darién a Panamá sin garantías

EFE | LA PRENSA DE LARA.- Después del pico de migrantes, sobre todo haitianos, que cruzaron la frontera entre Colombia y Panamá el añ;o pasado, miles de personas siguen arriesgándose cada semana para hacer esta travesía a través de la selva del Darién, a pesar de que no hay garantías y lo hacen a merced de mafias y traficantes, se alertó este viernes en un informe.

Un total de 13.425 personas han cruzado el Darién en los tres primeros meses de 2022, lo que supone más del doble de quienes lo hicieron en el mismo periodo de 2021 (5.622), según los números recopilados por la ONG Refugees International en el informe «Llenando el Hueco: Apoyo Humanitario y Rutas Alternativas para Migrantes en la Frontera de Colombia», publicado este viernes.

Mientras que el 62 % de los más de 134.000 migrantes que cruzaron en 2021 a Panamá eran haitianos, este añ;o, la mayoría, más de un tercio, han sido venezolanos, según informaba este martes Médicos Sin Fronteras (MSF).

En la estación migratoria de San Vicente, en Panamá, «en un solo día, están llegando diariamente entre 300 y 900 personas que quieren avanzar cuanto antes a Costa Rica y seguir hacia Estados Unidos», decía MSF en un comunicado.

En el informe de Refugees International se hace un repaso de cómo es esta peligrosa ruta que emprenden los venezolanos, sobre todo, por las dificultades económicas en su país y que suele comenzar más al sur que Colombia, en Perú, desde donde atraviesan por tierra, en autobuses, hasta el pueblo de Necoclí, situado en el golfo del Urabá, en la costa caribeñ;a.

«La economía de Necoclí se ha volcado totalmente en los migrantes», recoge el informe en referencia un pequeñ;o pueblo costero que se ha «dolarificado» con la llegada de estas personas a las que les cobran cantidades muy superiores a lo normal por la comida, el hotel o el pasaje de barco que les tiene que llevar al otro lado del golfo del Urabá, donde comienzan su trayectoria por la selva.

Muchos venezolanos tratan de vender botellas recicladas, trabajan en la limpieza o en la construcción para «conseguir dinero para el barco y para los precios que piden los traficantes», explica la ONG.

En este pueblo costero no hay espacio suficiente para los migrantes, tampoco hay apenas presencia de organismos de atención y humanitarios y escasean los puestos médicos. También hay «niñ;os sin acompañ;ar en riesgo», dijo Refugees International.

«El acceso a una nutrición adecuada durante el viaje es un reto muy grande para los niñ;os y las madres que tienen que amamantar», constató la ONG, y agregó que es algo que se incrementa aún más cuando entran a la selva.

De Necoclí, los migrantes llegan en barco a Capurganá, un turístico pueblo m

 

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