Víctor Rodríguez | LA PRENSA de Lara.- Las iglesias estuvieron vacías pero las oraciones inundaron cada uno de los hogares larenses al conocer la noticia de la beatificación del Doctor José Gregorio Hernández. La iglesia católica, como medida de prevención y evitar aglomeraciones, mantuvo las órdenes de no abrir las puertas de los templos y pidió que se triplicaran las oraciones en cada vivienda.
A eso de las ocho de la noche, repicaron las campanas de los templos. En la iglesia Santa Rosa de Lima, hubo un sonido ambiente con gaitas y llaneras alusivas al «médico de los pobres», los habitantes del pueblo aplaudían para celebrar el hecho histórico para Venezuela y la Iglesia Católica.
En la iglesia San José, la puerta estuvo abierta pero con una reja pequeña para que nadie ingresara. A la vista de los fieles pasaban era una pequeña estatuilla del «Venerable» y detrás de él, una imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Las personas que pasaban se detenían para presentar una plegaria y peticiones y se retiraban.
«Se pidió hacer la oración al repicar las campanas en signo de alegría y de gozo porque la campana en la realidad litúrgica cristiana-católica es la voz de Dios que nos llama a orar», expresó el padre Luis Vargas de la Iglesia San Juan en la parroquia La Milagrosa.
El mensaje del sacerdote Vargas fue orar y pedir a través del «Venerable» para que interceda por todos para la sanación y extinción del coronavirus en todo el mundo.
«José Gregorio Hernández, fue un hombre de ciencia que investigó bastante para la salud, no solo del pueblo venezolano sino del mundo y además sanó a mucha gente de enfermedades. Nos solo tenemos un santo en Venezuela sino que tenemos un protector», manifestó.
En otros sectores celebraron la noticia de otra forma. En Yucatán, al norte de la ciudad, realizaron un pequeño altar con la imagen del doctor José Gregorio Hernández y lo montaron en un carro e hicieron una especie de procesión dentro de la urbanización. Vecinos prefirieron acompañar desde las ventanas de sus casas para evitar aglomeración.
Muchas historias de favores concedidos y milagros contaron los guaros. Mauricio Pérez contó que su hija al nacer tuvo problemas de sangrado por genitales y los doctores no sabían que era. A los 26 días la llevó a Isnotú, estado Trujillo, para pedir su sanidad y desde ese día no tuvo más problemas, ahora es adulta y ya es una profesional.
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