La comunidad de Indio Manaure parte alta, sector 10, Camilo Cienfuegos, se enfrenta a una severa crisis por la falta de servicios básicos que se arrastra por más de una década. Con 38 familias perjudicadas, los residentes de esta zona de Barquisimeto expresan que luchan a diario por algo tan fundamental como es tener agua, electricidad y calles asfaltadas, sintiéndose completamente olvidados por los gobernantes.
El principal problema es el suministro de agua. La comunidad depende de un único tubo que también abastece al sector Atilio Raviccini, obligándolos a un sistema de distribución por turnos que, aun así, no garantiza la frecuencia del servicio. Yajaira Niño, residente del sector, denuncia que solo les corresponde recibir el agua cada seis días.
Vecinos luchan por el suministro de agua
Ante la escasez, las familias se han visto forzadas a buscar soluciones costosas y precarias. Antonio Sánchez, habitante del lugar, relató el drama de las conexiones: «Las familias nos vimos forzadas a realizar conexiones que nos costaron ‘un dineral’ e incluso debimos buscar el suministro en tuberías ubicadas en cerros para asegurar el agua de la semana, aunque con la incertidumbre de que a veces el líquido simplemente no llega».
La situación se agrava por la contaminación. Diana Bordillo explicó que el agua limpia se vuelve insalubre, especialmente cuando llueve, debido a la ausencia de drenajes y las cloacas colapsadas. «El agua limpia se liga con la sucia porque cuando llueve el agua se desborda y uno termina recibiendo el agua sucia», afirmó Bordillo, señalando que han solicitado ayuda y presentado proyectos para resolver el problema de las cloacas y el drenaje sin recibir ninguna respuesta.


Calles sin asfalto y postes peligrosos
Además de la crisis hídrica, la falta de asfalto ha convertido la calle en un camino de tierra que impacta la salud de los vecinos. Antonio Sánchez expresó: «En esta calle vivimos con pura tierra, todo se llena de polvo. Estamos esperando que algún día asfalten, ya que esto nos afecta mucho, la tierra entra a nuestras casas a diario, es difícil mantenerlas limpias». Los residentes se quejan de que esta situación les está afectando las vías respiratorias.
La desesperación llevó a la propia comunidad a actuar. Yainimir Pérez, residente, explicó cómo los propietarios improvisaron una solución temporal: «Tuvimos que agarrar asfalto de unos camiones que tenían en otro sector para cubrir algunos tramos de la calle, ya que se hacían unos charcos y los carros se quedaban pegados».
Manifiestan que, a pesar de haber presentado proyectos para el asfaltado, estos nunca se concretan, acumulando más de diez años de espera.
A esto se suma el riesgo de un accidente eléctrico. Marcos Jiménez afirmó que con la lluvia «se prende candela en uno de los postes», lo que podría provocar una tragedia. El mal estado de la infraestructura eléctrica por poco «incendia uno de los ranchos» en la comunidad, lamentó.


Vecinos buscan vivir de manera digna
La comunidad, que, según Diana Bordillo, se originó como una «invasión de terrenos porque hay mucha necesidad de vivienda», ahora ve esa necesidad extendida a los servicios más básicos. Incluso su pequeña cancha deportiva está en «muy mal estado» y se inunda completamente al llover, negándoles un espacio de recreación.
Yajaira Niño sintetiza el sentir de estas 38 familias: «Somos una comunidad que sufre mucho, necesitamos ayuda». Claman por la solución a lo que consideran una emergencia: las fallas del agua, la carencia del asfalto y el riesgo eléctrico. «Queremos vivir con dignidad, tener tranquilidad y seguridad en los hogares».