José Sequera | LA PRENSA.- El bachaqueo, la especulación salvaje y la inflación se rebelan contra la Sundde ante el anuncio de precios acordados a varios productos de la cesta básica, lo que vuelve los rubros aún más inalcanzables para los venezolanos quienes deben lidiar con precios exageradamente altos en los supermercados.
El kilo de pasta, cuyo precio fue fijado a Bs. 14 mil 852, se consigue en mercados municipales, abastos y entre los bachaqueros hasta en 30 mil bolívares, lo equivalente a cinco días de sueldo mínimo.
“El gobierno puede decir misa, pero uno sale a la calle y uno ve la pasta en 30 mil. Esos precios anunciados no se ven en la realidad”, sentencia la docente Lila Marín, quien asegura que hace maromas para poder rendir su sueldo.
María Pérez, una joven estudiante, agrega que será muy difícil conseguir los productos con los precios anunciados por la Sundde porque la ola especulativa arrasa con todo. “Siempre esos anuncios de precios regulados se quedan en papel. Nunca pagamos el precio fijado aún cuando el producto lo tiene marcado”, expresó.
Ante la crisis económica que golpea fuertemente el bolsillo del venezolano, hay guaros que están esperanzados en que la lista con sus precios sea respetada por los comerciantes, lo que significaría un gran alivio a la hora de hacer mercado.
Euclides Lima, conserje de oficio, admite que él tiene que comprar en bodegas o “bachaqueros”, porque necesita de proveer comida a su familia. “Aunque me parezca caro yo les compro, pero si desearía que esos nuevos precios se puedan cumplir para que la plata nos rinda”, recalcó.
Por su parte, Alí Bastidas manifestó su deseo de comprar su comida a precios más bajos, porque ya está cansado de gastar casi toda la plata que se gana mensualmente solamente en comida.
“Con tal y los productos salgan al pueblo a precios reales, todo está bien, porque nosotros lo que queremos es comprar comida y que además nos alcance para poder comprar de todo un poco”, asegura.
Si bien para unos estos precios son baratos, para otros los precios “acordados” siguen estando muy por encima de sus posibilidades económicas.
“Yo todavía veo esos precios muy altos y no ayudan a las personas que ganan sueldo mínimo y tienen una familia”, asevera el estudiante José Ramírez.