Ana León | LA PRENSA.- “Estamos cansados. No puede ser que nos quite la oportunidad de estudiar. Esto no es justo”, reclamaba una niña de unos 10 años, con lágrimas en los ojos, y un sentimiento de impotencia a su mamá, en el patio de la escuela Don Arturo Michelena que fue robada por tercera vez en menos de dos semanas.
Las autoridades de la escuela estaban en el Cicpc formulando una denuncia por el robo de una “brekera” el martes pasado cuando los llamaron para informarles que el “Piquiña” había ido a hacer de las suyas de nuevo en la escuela.
Niños de entre 6 y 12 años estaban junto a sus padres y representantes, personal obrero, administrativo y docente dentro de la escuela, ubicada al final del callejón Uno de El Jebe. Todos miraban con molestia e incredulidad lo que dejó alias el “Piquiña”, después de haber prácticamente desvalijado la escuela.
Techos levantados, huecos en las paredes de los salones y la cerca perimetral, grafitis con errores ortográficos en las paredes, el recuerdo de algunas lámparas que estaban en los techos: unas no tenían ni siquiera el sócate visible y otras estaban sin lámparas. Hasta la pecera que iba a ser parte del proyecto de un salón fue sustraída sin importar.
Las cosas robadas fueron una cafetera, dinero del equipo deportivo de la institución, balones, insumos de limpieza e higiene de la institución y además sustrajo del estante de una profesora, materiales usados por los chamos para hacer manualidades: pinturas al frío, tijeras y una pistola de silicón pertenecientes al departamento de educación física, limpieza y el aula de cuarto grado “B”.