Osman Rojas D.- LA PRENSA de Lara.- Las calles se han convertido en farmacias. En cada rincón del centro de la ciudad y en buena parte de la avenida Vargas o de la calle 42, se pueden observar a personas comercializando medicamentos colombianos sin ningún tipo de permiso sanitario y sin la certeza de contar con el principio activo farmacológico.
Estos farmacéuticos callejeros ofrecen productos de todo tipo obteniendo ganancias inimaginables comparadas con la red de farmacias tradicionales pues, según explican los mismos buhoneros, con una venta ellos pueden duplicar la inversión realizada. Los medicamentos que se consiguen en la calle no tienen restricción de ningún tipo. Da igual si es una pastilla para tratar un dolor de cabeza o si es un medicamento para controlar la diabetes, pues con dinero en efectivo se consigue cualquier cosa. «Lo que necesites lo conseguimos», es una manera de promocionar los medicamentos colombianos que circulan en la ciudad.
«Lleve la Losartán. Aproveche que el medicamento aquí está a mitad de precio», gritaba a todo pulmón uno de los vendedores de El Manteco. El hombre exhibía sin ningún tipo de pudor un blister de 30 pastillas que vende en 15 mil bolívares en efectivo. El precio alcanza los 20 mil soberanos si se paga con punto. «Es barato porque en Colombia es barato. La caja en Cucúta me sale en 3 mil pesos (unos 15 mil bolívares)», decía el señor mientras recorría el mercado.
El ejemplo de la Losartán aplica para todos los medicamentos, pues en Colombia las personas compran las cajas de cualquier fármaco para venderlos detallados por blister en Venezuela. Básicamente el costo de un blister es lo que cuesta la caja, así que las ganancias del medicamento son astronómicas.
«Nosotros vendemos a bajos precios el medicamento y solventamos el problema de la escasez de estos«, decía uno de los vendedores de El Manteco. A pesar de la afirmación de este comerciante, en Venezuela, los buhoneros no están solventando el problema de salud, pues la manipulación de los medicamentos y la nula supervisión de las autoridades sanitarias crea un problema mayor y es que, actualmente, las personas no saben qué es lo que están tomando.
«Hemos perdido la soberanía farmacológica. Lo que están consumiendo los pacientes carece de un registro sanitario en Venezuela y eso es algo peligroso. Las personas no saben lo que están tomando y eso es algo que compromete seriamente la salud de los venezolanos. Hay medicamentos que podrían estar generando reacciones y aquí no se lleva control de eso«, decía preocupado el doctor Freddy Ceballos, presidente de la Federación Médica Venezolana (Fefarven) tras ser consultado.