Los proyectos de minería extractiva para la elaboración de tecnología, la caza furtiva y el tráfico de especies “avivado por la exposición de estos animales a las redes sociales” son los principales factores que amenazan la supervivencia de los gorilas, los primates vivos más grandes que existen.
Así lo explica Cristina Valsera, bióloga responsable de la Fundación MONA, dedicada a la preservación de los primates, una especie muy amenazada con el 60% de su población “en riesgo”, según datos de un estudio de la Universidad de Illinois (EEUU), aunque otros informes recientes apuntan a que, al menos en los bosques del África Ecuatorial existen unos 160.000 más de lo que se creía.
A pesar de que no se encuentran entre las 25 especies de primates más amenazadas -como el lémur negro de ojos azules, el chimpancé o el orangután de Sumatra-, estos simios “no se han salvado del peligro”, insiste Valsera, y afrontan “grandes retos para su supervivencia” que es necesario recordar en el Día Mundial del Gorila que se conmemora este martes.
Baja natalidad y enfermedades en gorilas
Especialmente delicada es la situación del gorila occidental del río Cross -que discurre entre Camerún y Nigeria-, una de las cinco subespecies de este animal y la “más vulnerable y amenazada” con una población inferior a 300 ejemplares, lo que la convierte en la más amenazada de África, según los últimos datos de la organización Cross River Gorilla Programme.
María Decaux, conservadora de mamíferos terrestres en el zoológico de Madrid, ha añadido a EFE que entre los retos a los que se enfrentan estos grandes primates figuran la baja natalidad, ya que las hembras prestan un “intenso cuidado” a sus crías durante los primeros años de vida, y los brotes de ébola “por contacto con humanos” que diezman las poblaciones de unos animales “especialmente sociables entre ellos y por ello más susceptibles al contagio”.
Pese a la “alta vulnerabilidad” de los gorilas, Valsera reconoce que los esfuerzos de la comunidad científica internacional y los planes económicos para implicar a las comunidades humanas en la preservación de ecosistemas y ejemplares “han dado sus frutos en estos últimos años” ya que “además de evitar la extinción de varias subespecies, han abierto una posible solución para sostener los esfuerzos de conservación” a medio y largo plazo.
La mejor forma de preservar una especie es “generar un impacto económico positivo en las comunidades humanas” que la rodean, para que se impliquen en la conservación, precisa, y ello requiere también una mayor implicación de los gobiernos africanos.
Una película para salvar gorilas
Otra forma de concienciar es la imagen, por ejemplo vía cine o redes sociales, como sucedió con el gorila de montaña que hasta hace unos años engrosaba la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como especie en “peligro crítico” y ahora ha mejorado su situación con una población de más de 1.000 ejemplares y una tendencia al alza según los últimos informes de esta organización.
Su realidad mejoró a raíz de la popularidad alcanzada por la película ‘Gorilas en la Niebla’ de Michael Apted y protagonizada por Sigourney Weaver en el papel de la antropóloga Dian Fossey, lo que condujo a la creación de programas específicos de protección.
No obstante, varios informes de expertos advierten de que la sobreexposición de especies en redes sociales pueda tener un efecto “de distorsión” entre el público, con el riesgo de “minimizar” las amenazas para esta especie o generar “un efecto llamada” que propicie el turismo masivo con “consecuencias terribles para los gorilas y su ecosistema”.