William Croes | LA PRENSA.- Obreros larenses están con el estómago vacío por la falta de empleo. Hay más de 22 obras de pequeña y gran envergadura paralizadas que, de reactivarse, representan una tabla de salvación para 15 mil trabajadores del sector construcción que tienen a sus familias ladrando de hambre por no tener un puesto de trabajo que les brinde una estabilidad económica.
La construcción es el claro ejemplo del deterioro económico que atraviesa el país. El área metropolitana (Iribarren y Palavecino) concentra el 80 % de obras sin concluir que, en su mayoría, son desarrollos habitacionales de la Gran Misión Vivienda Venezuela que quedaron paralizados al concluir la bonanza petrolera más grande de la historia venezolana.
Con una buena cantidad de obras paralizadas los obreros se han quedado sin trabajo. El Sindicato Único de la Industria de la Construcción en el estado Lara (Suticel) detalla que en la entidad hay una taza de desempleo del 95 % que se traduce a 30 mil personas.
“Con la crisis en el sector construcción el más perjudicado es el obrero”, declara Pedro Peña, presidente de Suticel, quien indica que debido a la falta de oportunidades los trabajadores y sus familiares padecen todos los días el hambre y desesperación por no poder tener una fuente de ingresos que les permita llenar sus neveras con comida.
En Lara hay una pila de obras emblemáticas que pasan los años y no se reactivan. La estación central Simón Bolívar, Las torres de El Sisal y el Centro de Convenciones Metropolitano son elefantes blancos donde se desperdiciaron cuantiosas inversiones y ahora están paralizadas y no generan ni un solo puesto de trabajo.
Si se reactivaran 22 obras se pudiera recuperar 15 mil puestos de trabajo, la mitad de la taza de desempleo que tiene el sector construcción en la entidad. “Queremos que se ejerza una verdadera contraloría de las obras que están paradas en la entidad, que hayan organismos que investiguen cada caso y se busquen a los responsables”, expresa Peña, quien asevera que los tres niveles de Gobierno (nacional, regional y municipal) están implicados en los elefantes blancos que hay en la ciudad, y peor aún que se cubren la espalda entre ellos porque hay muchos intereses de por medio.
Hambre parejo
Los pocos obreros que quedan en obras privadas ganan seis mil bolívares semanales con el último aumento del 15 % que entró en vigencia el primero de octubre. Representantes sindicales de la construcción a principios de año celebraban que firmaron un contrato colectivo con un incremento del 165 %.
“Nuestro salario lo pulverizó la inflación. Los obreros trabajamos ocho horas y hacemos un enorme esfuerzo físico por seis mil bolívares semanales, cuando un kilo de queso ya cuesta 4 mil”, expresa Heriberto Almao, representante de Suticel, quien señala que más del 88 % de los obreros ni sus familiares ingieren las tres comidas al día.
Representantes de los movimientos sindicales de la construcción están preocupados por la malnutrición de sus afiliados. Muchos están sufriendo mareos y desmayos por la poca ingesta de comida y por el alto consumo de mortadela y otros embutidos.