LA PRENSA DE LARA.-& ;Así como se puede distinguir en la filosofía dos grandes corrientes, el materialismo y el idealismo, en la política estas corrientes se expresan con características propias como materialismo e idealismo político.& ;
El materialismo como idea filosófica parte de la idea de materia para comprender los procesos que se dan en el mundo.
El idealismo como filosofía trata de explicar el mundo desde la sustantivación de ideas metafísicas que no tienen conexión con la realidad.
Diremos que el materialismo político trabaja sobre los materiales que provee la realidad y niega a todo evento cualquier intento de explicar fenómenos reales apelando a espíritus o construcciones metafísicas.
Por su parte el idealismo político siempre tratará de buscar aplicaciones metafísicas y psicológicas a los fenómenos de la realidad.
La distinción es fundamental porque mientras un materialista político intenta explicar los fenómenos políticos partiendo de la materia un idealista político sostendrá con pasión que la realidad solo se puede explicar desde las ideas como una construcción intelectual.
Una forma práctica de explicar esta distinción es examinar la falsa dicotomía entre pesimismo y optimismo para explicar fenómenos políticos.
Es frecuente evaluar un análisis político por su coincidencia o no con nuestras creencias. Si el análisis ofrece un conjunto de información que se parece a mis expectativas entonces se diría que tiene una influencia positiva y ofrece una visión optimista del futuro.
Si por el contrario este análisis se aleja de lo que yo quisiera escuchar entonces nos parecerá que esta es una información negativa, con una visión pesimista de la realidad.
Un materialista político buscará en ese análisis elementos para comprender la realidad, si es que estos han sido incorporados al proceso analítico. Más allá de buenas o malas noticias, para hacernos sentir bien o mal, el materialismo político tratará ante todo de explicar y entender la realidad. Porque solo a partir de una comprensión de la realidad se pueden comenzar a trazar líneas operativas para trabajar con ella y modificarla, si fuere el caso.
Otra perniciosa y tóxica influencia del idealismo político es apelar al argumento de «los buenos siempre ganan» para falsamente alentar a sus seguidores. Es un aliento falso porque está montado sobre una falacia monumental. En política no siempre los buenos ganan. Unas veces ganan los buenos y otras los malos. Pero en todo caso, ¿Cuál sería el criterio para distinguir entre buenos y malos?
Las aspiraciones del materialismo político son modestas pero efectivas. Lo que se busca no es barnizar la realidad con retórica sino más bien tratar de descomponer esa realidad en sus morfologías más pequeñas para entenderla y así poder trabajar sobre ella.
Escrito por: Humberto González Briceño.& ;
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