martes, 5 noviembre 2024
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Trabajadores del Terminal al borde del quiebre por cuarentena

José D. Sequera | LA PRENSA de Lara – Pasando roncha, al borde del quiebre y queriendo trabajar están los dueños de locales comerciales y transportistas del Terminal de Pasajeros de Barquisimeto, cuyas actividades están paralizadas desde hace dos meses debido a la cuarentena por el COVID-19, razón por la que ayer fueron hasta su sitio de trabajo para dialogar con la directiva.

Entre las peticiones que realizan los afectados está implementar un horario «especial» de medio día tanto para los comerciantes como para los transportistas, y en el caso de los últimos que se reactiven los viajes a municipios foráneos, además que se les asigne una estación de servicio para surtirse de combustible.

«Lo único que queremos es la activación y apertura completa o parcial del terminal, así sea bajo severas medidas de protección, porque nos ha tocado gastar ahorros, pedir dinero prestado y hasta vender pertenencias para subsistir durante la cuarentena«, aseveró Frey Andrade, chofer de la línea 23 de Enero.

Desde las 10:00 de la mañana de ayer, representantes de unos 230 comerciantes y más de 600 transportistas que trabajan en el puerto terrestre más importante de Lara, que desde el 16 de marzo (día que inició la cuarentena por el brote de COVID-19) se encuentra cerrado en su totalidad, se concentraron para protestar por las penurias que están pasando.

La situación de los dueños de los locales comerciales es muy dramática. Por ejemplo, Zaida Arroyo tiene 18 años vendiendo chucherías y bebidas en el Terminal y ayer fue hasta su local para tratar de recuperar la mercancía que tenía allí guardada y se dio cuenta que al menos dos gaveras de refresco de botella pequeños, siete bolsas de snacks grandes y varios paquetes de galletas estaban vencidos.

«Perdí toda esta mercancía, y es mentira que la voy a poder vender en mi casa porque los productos tienen la fecha de vencimiento, además que hay algunas galletas que están comidas por ratones», comenta Arroyo, quien afirma que, a su juicio, tiene una «pérdida millonaria».

Una arrendataria que tiene su local muy cerca del que posee Arroyo es Emery Peña, en el que vende almuerzos y cenas, sin embargo ella dijo que los ahorros se le habían acabado y ahora dependía económicamente de su hijo. «Es difícil vivir así porque uno está acostumbrado a trabajar», dice.

El panorama para los choferes de unidades de transporte tampoco es muy alentador, porque la mayoría no tiene combustible para movilizar sus vehículos y los pocos que si tienen, se arriesgan a trabajar como «piratas» y ser multados, tal y como le pasó a Ricardo Flores cuando hacía un viaje desde el centro hasta Los Cerrajones.

«Me lanzaron una multa de 3 petros, el equivalente a 30 millones de bolívares, una cifra muy exorbitante para lo que yo gano. Yo pienso que los choferes de los buses también podemos trabajar, incluso nosotros podríamos contar con alcohol para echarle a los pasajeros en sus manos», señaló.

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