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Edy Pérez | La Prensa-. Charly Pérez (46), conducía un autobús de la Ruta 10. Llevaba unos 20 pasajeros, recuerda. Tenía una paca de sencillo en la mano derecha y agarraba bien el volante. Miraba atento las calles del barrio La Batalla, al oeste de Barquisimeto, y escuchaba un vallenato en bajo volumen porque apenas eran las 7:30 de la mañana. Pensaba en la comida que tenía que comprar para el almuerzo, hasta que al fondo de la unidad una mujer gritó: “Por Dios hijo”.
El conductor volteó, pero la vista se topó con un hombre. Al lado de él, parado, estaba uno de los pasajeros. -¿Qué pasa?- le preguntó el chofer, el hombre no respondió nada. Sacó un arma, que Charly cree era una escopeta recortada, y se la afincó en la sien derecha. –Tranquilo, tranquilo- rogó el transportista. Se escuchaba un llanto y susurros hasta que otro hombre, parado en medio de la unidad ordenó total silencio.
El hampón que mantenía apuntado a Charly le dijo que se metiera por unas calles extrañas. Hasta que llegaron al Tostao, otro barrio del oeste, asegura Charly. Después de ahí el malandro lo quitó del volante y empezó a manejar. “Me obligaron a permanecer acostado en el suelo”, narra la víctima que no pudo ver por donde se metieron, pero sentía que pasaban por calles empedradas y que subían cerros.
Rodaron unos 15 minutos, o más. “Para mí fue una eternidad, no puedo calcular el tiempo”, confiesa. Cuando llegaron a donde tenían que llegar unos seis malandros más, todos encapuchados, les dieron la bienvenida. Bajaron a los pasajeros les arrancaron cartera, zapatos, celulares, prendas. Parecía que ya les habían quitado todo, pero les ordenaron quitarse la ropa.
“A mí me dejaron sin zapatos y sin dinero. Era la segunda vuelta que daba y no cargaba tanto”, continúa Charly, pero a algunas mujeres las dejaron en pantaletas y sostenes. Mientras que dos choros se dedicaron a robarles todo a los pasajeros, seis bajaron las cornetas, el reproductor, la batería y los cauchos de la unidad. Charly cree que en cuestión de media hora hicieron desastre.
Dejaron la unidad en cuatro bloques. Y a los pasajeros y a él sin nada. Tuvieron que salir a pie del cerro hasta que llegaron a una de las vías principales de El Tostao y pidieron auxilio. El secuestro fue hace poco más de 10 meses, pero este modus operandi va en aumento.
Los hombres de la Guardia Nacional solo tienen dos casos similares reportados, pero Polilara ha logrado recuperar más de 20 unidades de transporte público, en estas condiciones, en los seis primeros meses del año.
El grueso de las víctimas de este nuevo sistema de atraco son rutas urbanas. Los organismos de seguridad ya saben cómo actúan los hampones. Se montan dos hombres, la mayoría no pasa de los 22 años. Se visten bien y usan bolsos o koalas. Se hacen pasar por pasajeros y cuando ven la oportunidad entrompan. Secuestran la unidad con todas las víctimas y después pasan raqueta.
Los buses los llevan a sitios como El Tostao, Ruíz Pineda, La Batalla. Pero los meten hacia zonas boscosas en donde se pierde la cobertura y los GPS que le instalan a las unidades, eso hace imposible su ubicación. Pero hacia el norte y el este no escapan de esta forma de atraco. Por el este los llevan hacia El Cercado, Tierra Negra, El Ujano y el Cerro Bolívar mientras que hacia el norte las meten en la parte de atrás de Las Sábilas, El Pampero y aplican la misma modalidad.
Luego del robo y de desvalijar las unidades, venden los cauchos, batería y las piezas que coronan de la unidad. “Todo está escaso en el mercado y cualquier parte de un vehículo que se roben es dinero fácil”, explica Argenis Montero, subdirector de Polilara.
Charly decidió dejar la Ruta 10, se fue para otra organización, confiesa que lo han vuelto a tracar, pero ha sido rápido y no lo han secuestrado más. Rubén González, un transportista de la Rut 5 le da gracias a Dios porque a él no lo han secuestrado, pero cuenta que a un compañero suyo se lo llevaron por El Ujano, le quitaron el sonido al bus, los cauchos y la batería.
“La gente iba a trabajar, fue a las 5:30 de la madrugada y a todos les quitaron todo hija, todo”, cuenta Rubén mientras está parado frente a la Upel, esperando su turno para arrancar en su Ruta 5. A diario más de 3 mil buses de la Ruta urbana son blanco del hampa.
Pero los secuestros de buses, pasajeros y el desvalijamiento de las unidades tienen a usuarios y choferes aterrados. “A mí me llevaron para el norte, y allá me robaron. Perdí un celular táctil, pero lo peor fue que me dieron un cachazo en la cabeza”, cuenta Marianly Quintero usuaria.
Andaba de pasajera en un rapidito cuando le tocó vivir esa amarga experiencia. “Ese día me pareció que el chofer andaba encompinchado con los dos malandros que estaban en el carro, un Malibú, porque a él no le robaron nada”, recalca la mujer.
Atracan y meten mano
“De los robos a pasajeros, de eso ya no existe estadística porque es normal que te atraquen”, confiesa Erick Zuleta, presidente del sindicato automotor. La Prensa hizo un recorrido por paradas en diferentes puntos de la ciudad y casi todos los usuarios del transporte público tienen una amarga historia qué recordar.
Jenifer Suárez, usuaria del transporte público, sufrió un atraco en un Ruta 15. “En realidad han sido muchos atracos, me han robado cuatro veces y dos celulares dentro de buses”, cuenta la mujer con una sonrisa dibujada en su boca. Dice que se ríe porque ya parece una boba.
“Compra teléfono es para los choros, de verdad, para mantenerles su sinvergüencería”, suelta una carcajada y luego se pone seria y narra que a mediados de Mayo andaba en un Ruta 15 por la Ruezga Sur, iban unos 10 pasajeros, cuando se montaron dos malandrines y los atracaron.
“Como tengo experiencia en robos en busetas cada vez me guardaba el celular debajo del sostén, en medio de los senos”, pero ese día no valió esa técnica. Mientras que uno de los hampones amenazaba al chofer y a los usuarios, el otro se encargaba de pedir celular y dinero, pero Jenifer le dijo que no cargaba celular así que el hombre le metió la mano entre los senos y lo sacó. “Yo no sé si era que se me veía el celular o que el hombre adivinó”, repite la mujer y vuelve a reír, lo cierto es que la dejaron sin teléfono y no pudo volver a comprar otro.
Sentado en el último asiento de un Ruta 5 va Leopoldo Yaguaracuto, lo acompaña una dama y se atreve a contar que a él lo atracaron dos hombres cuando iba a bordo de Ruta 1, hace más de seis meses. Uno lo apuntó. Tuvo que entregar todo, pero cuando se bajaron él los persiguió, los desarmó y logró recuperar su celular y el dinero que le acabaña de quitar.
También recuperó las pertenencias del resto de los pasajeros. Todo ocurrió en la calle 60 con carrera 12, al oeste de Barquisimeto