viernes, 22 noviembre 2024
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Mujeres, víctimas de homicidios que no tienen responsables tras las rejas

Euseglimar González | LA PRENSA DE LARA.- El tiempo para Oswaldo Morales se detuvo desde aquella noche del 22 de agosto de 2021 cuando recibió una llamada en la que le decían: «mataron a Pao». Desde ese momento su mente se nubló, no sabía qué hacer, estaba a unos 7 kilómetros de distancia y no le importó las altas horas de la noche y se fue hasta la comunidad Ciudad Bendita de El Garabatal, al oeste de Barquisimeto, lugar en donde fue asesinada su hija de 17 añ;os de edad.

Era domingo, la joven salió de su casa con su bebé de cuatro meses en brazos, iba a llevarle una ración de comida preparada a la manzanera del consejo comunal «Gran poder de Dios Ciudad Bendita». Su padre cuenta que cuando la joven llegó a la vivienda estaba un hombre apodado el «Daddy Yankee», hijo de la manzanera y que además con él estaba otro grupo de personas.

Oswaldo relató que el «Daddy Yankee», supuestamente, cargaba un arma de fuego y que comenzó a manipularla. Aseguró que este habría apuntado a la joven y presumen que él quería jugar la ruleta rusa.

«Él (Daddy Yankee) apuntaba a los muchachos que estaban ahí y cuando apuntaron a mi hija, uno de los que estaban allí le decía que no la fueran a matar, pero él no hizo caso y le disparó a mi hija en la frente, mi hija cae encima de la bebé», sostuvo Oswaldo.

La joven estaba sentada en un banquito dentro de la vivienda, en su brazos tenía su bebé, cuando recibió el impacto de bala cayó encima de la niñ;a, quien se golpeó en el pómulo.

A las 11:00 de la noche de ese 22 de agosto, Oswaldo se levantó de la cama y salió desde el centro de Barquisimeto corriendo por toda la avenida 20, pues guardaba las esperanzas de que su hija estuviera viva. Cuando pasaba por la calle 34, se detuvo en la sede del Cicpc para formular la denuncia, pues le contó a los detectives que a su hija le habían disparado y él sabía quien era.

La respuesta de los detectives fue que a ellos no les había llegado ningún reporte. Él recibió otra llamada, esta vez le decían que a su hija la trasladaron para el Hospital Central Antonio María Pineda, pues en el hospital de La Carucieñ;a no pudieron atenderla porque no tenían insumos.

«Cuando llegué al hospital me encontré con un funcionario que me dijo que si era el padre de la joven y al responderle que sí, me dijo: «lo siento, su hija murió», desde ese momento mi vida se destrozó», dice en medio del llanto Oswaldo.

Un añ;o ha pasado desde la muerte de la adolescente de 17 añ;os y su padre asegura que siente un vacío muy grande, todos los recuerdos están intactos, pero también la lucha de mantener al fruto que le dejó, su pequeñ;a niñ;a. Es por ella y su hija que Oswaldo sigue pidiendo justicia.

 

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