viernes, 22 noviembre 2024
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Baleado en la cabeza y arrastrado

Guiomar López | LA PRENSA.- La sangre ya estaba seca en el asfalto, pero corría una fina hilera hacia la orilla de la carretera, cer­ca de la redoma de La Ti­naja, en Quíbor. Allí, a pocos centímetros, yacía el cuerpo de un hombre. Estaba bocarriba y con el rostro teñido de rojo. Le dieron un tiro en la cabe­za, que penetró por de­trás del cráneo y salió por la frente.

Un conductor fue quien se dio cuenta de este te­rrible hallazgo aproxima­damente a las 11:00 de la mañana de ayer. Se esta­cionó para verificar si es­taba herido, pero ya el cuerpo tenía unas cuan­tas horas, porque sus ma­nos estaban rígidas.

Varios funcionarios de la GNB, que patrullaban por el sector, fueron los primeros en llegar. Mientras esperaban por los detectives del Cicpc, los curiosos se detenían y se asomaban para descar­tar que se tratara de al­gún familiar o allegado.

La víctima, que posible­mente no superaba los 25 años de edad, no portaba documentos de identifi­cación. No llevaba cartera y sólo tenía su celular en el bolsillo izquierdo de su pantalón, mientras del otro lado, unos cuantos billetes de baja denomi­nación.

“Ese hombre no es de por aquí. Tuvieron que matarlo en otro sitio y ti­rarlo acá”, presumía una señora, mientras varios mototaxistas de Jiménez se acercaban, lo miraban
y daban la vuelta para se­guir su destino. Ninguno lo identificó y tampoco llegaron familiares.

Lo dejaron cerquita de la vía, sólo que una ligera pendiente lo ocultaba en­tre la maleza, a escasos centímetros del rastro de sangre. Sus pies estaban cruza­dos. Uno encima del otro. El zapato izquierdo que le faltaba, estaba al lado de su cabeza y gorra.

De hecho, curiosos pen­saron que seguramente se le cayó al arrastrarlo y para no dejarlo atravesa­do en la carretera, lo lan­zaron. Su gorra era negra con letras mayúsculas
que decían “seguridad” en amarillo, lo que hizo presumir a los funciona­rios que podría tratarse de un vigilante.

Este joven era delgado, de tez morena y cabello negro de corte militar. Sus ojos de color café so­bresalían, bien abiertos. Pero en el rostro tenía rasguños. Vestía blue jeans, co­rrea marrón que combi­naba con sus zapatos tipo Sebago. Pero sin medias. A lo interno, llevaba puesta una franela rosa­da, cubierta por un abri­go negro.

Su abdomen estaba muy poblado por vellos. Otra señora que no deja­ba de verlo, señalaba que seguramente lo arrastra­ron por el abrigo y por eso, quedó semidescubierto.
Familiares no llegaron a morgue.

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