Guiomar López | LA PRENSA.- La sangre ya estaba seca en el asfalto, pero corría una fina hilera hacia la orilla de la carretera, cerca de la redoma de La Tinaja, en Quíbor. Allí, a pocos centímetros, yacía el cuerpo de un hombre. Estaba bocarriba y con el rostro teñido de rojo. Le dieron un tiro en la cabeza, que penetró por detrás del cráneo y salió por la frente.
Un conductor fue quien se dio cuenta de este terrible hallazgo aproximadamente a las 11:00 de la mañana de ayer. Se estacionó para verificar si estaba herido, pero ya el cuerpo tenía unas cuantas horas, porque sus manos estaban rígidas.
Varios funcionarios de la GNB, que patrullaban por el sector, fueron los primeros en llegar. Mientras esperaban por los detectives del Cicpc, los curiosos se detenían y se asomaban para descartar que se tratara de algún familiar o allegado.
La víctima, que posiblemente no superaba los 25 años de edad, no portaba documentos de identificación. No llevaba cartera y sólo tenía su celular en el bolsillo izquierdo de su pantalón, mientras del otro lado, unos cuantos billetes de baja denominación.
“Ese hombre no es de por aquí. Tuvieron que matarlo en otro sitio y tirarlo acá”, presumía una señora, mientras varios mototaxistas de Jiménez se acercaban, lo miraban
y daban la vuelta para seguir su destino. Ninguno lo identificó y tampoco llegaron familiares.
Lo dejaron cerquita de la vía, sólo que una ligera pendiente lo ocultaba entre la maleza, a escasos centímetros del rastro de sangre. Sus pies estaban cruzados. Uno encima del otro. El zapato izquierdo que le faltaba, estaba al lado de su cabeza y gorra.
De hecho, curiosos pensaron que seguramente se le cayó al arrastrarlo y para no dejarlo atravesado en la carretera, lo lanzaron. Su gorra era negra con letras mayúsculas
que decían “seguridad” en amarillo, lo que hizo presumir a los funcionarios que podría tratarse de un vigilante.
Este joven era delgado, de tez morena y cabello negro de corte militar. Sus ojos de color café sobresalían, bien abiertos. Pero en el rostro tenía rasguños. Vestía blue jeans, correa marrón que combinaba con sus zapatos tipo Sebago. Pero sin medias. A lo interno, llevaba puesta una franela rosada, cubierta por un abrigo negro.
Su abdomen estaba muy poblado por vellos. Otra señora que no dejaba de verlo, señalaba que seguramente lo arrastraron por el abrigo y por eso, quedó semidescubierto.
Familiares no llegaron a morgue.