EFE | LA PRENSA.- El mundo apagó hoy la luz durante una hora, por décimo año consecutivo, para recordar que la lucha contra el cambio climático y el despilfarro energético representa uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI.
Más de 150 países participaron en la iniciativa de la Hora del Planeta promovida por la ONG ecologista Fondo Mundial por la Naturaleza (WWF), que ha conseguido establecerse como una cita clásica en el comienzo de la primavera y como la acción global más importante en favor del medio ambiente.
A las 20.30 en punto (19.30 GMT), el símbolo parisino por excelencia, la Torre Eiffel, apagó por completo la iluminación que la hace visible desde casi toda la capital francesa, incluida la de su potente foco giratorio, ante miles de personas que se habían reunido en la cercana plaza de Trocadero para presenciar el momento.
Pero la Torre Eiffel sólo recogía el testigo de otros edificios emblemáticos que ya habían fundido a negro a lo largo de la jornada, como el Kremlin en Moscú, las Pirámides de Guiza o la Ópera de Sidney, donde se celebró en 2007 por primera vez este evento, con la colaboración de más de dos millones de personas y 2.000 negocios.
Según se hace de noche en el resto del mundo, otras construcciones tan conocidas como el Big Ben londinense o el Empire State Building neoyorquino se quedarán también a oscuras.
“No se trata sólo de una hora, porque todas las horas que siguen cuentan”, dijo la presidenta de WWF Francia, Isabelle Autissier, al presentar la ceremonia en París.
“Apagamos las luces para decir que sabemos que la cuestión del clima y el cambio climático es una de las más importantes del siglo XXI y que no tenemos derecho a echar a perder este desafío ni conformarnos solo con el Acuerdo de París”, que se firmó en diciembre de 2015 para limitar las emisiones de carbono, agregó Autissier.
En esta ocasión, además, París organizó el acto en colaboración con el equipo de la candidatura de la capital francesa a los Juegos Olímpicos de 2024, que se disputa con la ciudad de Los Angeles (Estados Unidos).
En la ciudad gala más de 200 edificios icónicos apagaron sus luces, así como millones de hogares en todo el mundo, en una acción que arrancó en Samoa para recorrer 184 países y más de 7.000 ciudades y terminar en las Islas Cook, en el Pacífico sur.
En muchos lugares, la Hora del Planeta vino acompañada por actividades paralelas como un concierto a la luz de las velas en Lisboa, una carrera “sostenible” de cinco kilómetros en Singapur o la plantación de árboles en Tanzania.
En 2016, cerca de 7.000 ciudades en 178 países y territorios participaron en el movimiento, en el que 12.700 monumentos quedaron a oscuras, según WWF.
La Hora del Planeta nació “para mostrar a los dirigentes, que a veces son escépticos sobre el tema, que los ciudadanos se sienten concernidos por la alteración climática”, según Siddarth Das, director de la iniciativa.
Sin embargo, como sucede todos los años, algunas voces dentro de la comunidad científica han alertado de que el mensaje que envía la Hora del Planeta puede ser malinterpretado por el ciudadano y tergiversado por los negacionistas del cambio climático.
Estos críticos consideran que se ofrece una imagen negativa de la electricidad, cuando se trata de uno de los avances clave en la historia, o que el “apagón” mundial puede ser asociado por algunos a un eventual retroceso en el progreso humano si se trata de poner riendas al gasto energético.