Osman Rojas | LA PRENSA.- “Llegan y piden una cita para la instalación del marcapasos y luego rezan para que el cupo llegue antes que la muerte”, con esas palabras, el doctor Héctor González, jefe del servicio de Cardiología en el Hospital Central, resume la situación actual que viven en el área y es que, desde que arrancó el año, los cardiólogos sólo pueden usar los pabellones del Antonio María Pineda una vez cada 15 días.
“Para julio del año pasado nosotros teníamos acceso tres veces a la semana para la adaptación de marcapasos. Mensualmente colocábamos entre 14 y 16 aparatos, pero ahora si tenemos suerte instalamos 2 o 3”, lamenta González.
El génesis del problema está en que ahora mismo el principal centro de salud de la entidad sólo tiene cinco pabellones operativos, cuatro de ellos usados para estrictas emergencias, lo que deja a los demás servicios con uno para las cirugías electivas.
“No podemos decir que el Ministerio no manda los marcapasos, ahora mismo tenemos aparatos para colocar, pero no tenemos pabellones dónde realizar las operaciones.
En lista tenemos a 95 pacientes esperando por un cupo en las salas de intervención, pero lamentablemente no les podemos dar respuesta”, sentenció González.
La dramática situación que vive el servicio de cardiología en el Hospital Central, ha costado vida a pacientes. Según denuncia el cardiólogo César Ramírez, en dos ocasión han regresado marcapasos al Ministerio de Salud pues el enfermo se muere esperando un cupo para ser atendido.
“Parece una cosa de locos, pero es así. Si tenemos un aparato y la persona que lo necesita muere debemos devolverlo al Ministerio porque esos equipos vienen personalizados. Desde Caracas lo reasignan a otro paciente, pero eso lo hace directamente el Ministerio, no nosotros”, explica Ramírez.
Según cuenta el especialista, a muchos pacientes les toca obligatoriamente esperar a que se le asigne el cupo porque la instalación de un marcapasos cuesta entre 300 y 350 mil bolívares en un centro privado.
“Es triste, pero debemos denunciarlo, en Venezuela no hay políticas de salud que le garanticen la vida a estas personas. La gente viene a anotarse en una lista y si es la voluntad de Dios van a aguantar hasta que nos presten el pabellón”, concluye.
Se cae a pedazos
Un letrero grandote pegado en la entrada del Servicio de Cardiología en el que dice que no se hacen electrocardiogramas es lo que recibe a los pacientes que visitan el área.
La falta de repuestos para reparar equipos médicos ha golpeado la funcionalidad del servicio pues ni siquiera pruebas de esfuerzo físico se están haciendo en la institución porque las caminadoras están dañadas.
“Esto se nos está cayendo a pedazos y a nadie le duele. En promedio nosotros vemos a 70 pacientes diarios a los cuales sólo los estamos chequeando por encima porque no tenemos cómo hacer un examen especializado”, puntualizó el doctor Héctor González, jefe del Servicio de Cardiología.
Los problemas de filtración son otro de los males con los que el área debe lidiar. Cada vez que llueve, el agua se mete por el techo y en las mañanas la oficina del director médico amanece inundada.
“No tengo ni idea de dónde sale tanta agua”, dice González, mientras busca un coleto y un exprimidor para limpiar el piso y dramatizar lo que le toca hacer todas las mañanas cuando llega a trabajar. “Si no lo limpio yo, no lo limpia nadie”, lamenta.
El Servicio de Cardiología fue inaugurado en el 2008 y hasta ahora es la única institución que instala marcapasos a los pacientes de forma gratuita en la entidad.