sábado, 23 noviembre 2024
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Música y lenguaje de señas, claves para la educación de niños con discapacidad auditiva

Enseñar a comunicarse con señas a niños sordos es una profesión que le ha cambiado la vida a Darwin Angulo, docente de música y cultura de la Unidad Educativa Especial Bolivariana María Meléndez de García, ubicada en la urbanización Patarata de Barquisimeto. Su misión consiste en ayudar a estudiantes desde los cuatro hasta los 16 años a aprender a tocar instrumentos musicales, como el cuatro, las maracas, el xilófono o la flauta, a jóvenes que tienen discapacidad auditiva y algunos autismo.

Aún recuerda cómo una niña, de 12 años, abrió los ojos sorprendida cuando descubrió la música. «Los sordos son los mejores bailarines que existen. Hace un año comencé a dar clases en esta institución. Cree un proyecto de percepción del sonido a través de la vibración. A cada uno de los niños les entregué un globo, y les dije que se colocaran el globo en el pecho, y cuando subí el volumen de una corneta fue la mejor sorpresa que se llevaron estos niños. Todos emocionados sintieron la vibración en su pecho y lo que eran los instrumentos de percusión», relató. Para dar clases de notas musicales e instrumento se basa mucho en la repetición.

En el Consejo Educativo de la Unidad Educativa Especial de Audición y Lenguaje (Icoal), ubicada en el este de Barquisimeto, María Emilia Navea, coordinadora pedagógica, explicó que la educación de niños sordos es igual que la de los oyentes, sólo hacen adaptaciones curriculares.

Música y lenguaje de señas

«Trabajamos con todas las áreas que hay en la escuela regular y nuestra educación es bilingüe. En cada aula es un docente oral y uno que enseña la lengua de señas venezolana. La clave para iniciar esta enseñanza es mostrar imágenes, las señas, y ese entorno lingüístico. Estos estudiantes tienen la capacidad de aprender muy rápido. Además, estimulamos el lenguaje oral porque sabemos que este es un mundo de oyentes», expresó. En el Icoal los enseñan a leer los labios de las personas para que se puedan comunicar con cualquier persona y en cualquier entorno.

Darwin Angulo resalta que son niños y jóvenes muy creativos, que tienen un cerebro fotográfico porque todo lo memorizan muy rápido. En la escuela María Meléndez de García reciben a niños que viven en zonas foráneas, como en Quíbor y en Duaca. Y en Icoal hay una población de niños que vienen del estado Yaracuy. También atienden a jóvenes con una hipoacusia (sordera leve) y los que tienen sordera profunda. De esta institución salen a un liceo o a un taller laboral para que aprendan un oficio.

«Estos niños son capaces de hacer muchas cosas, y eso es lo que tratamos de incentivarlos, que no se limiten en nada por su sordera. Enseñar en esta escuela me ha convertido en una persona más sensible, aprendo mucho de las capacidades que tienen estos muchachos, me enseñaron que a veces nos quejamos de todo y tenemos todos nuestros sentidos bien, y ellos que no pueden oír ni hablar no se quejan de nada y están siempre dispuestos a aprender con el mayor entusiasmo», señaló Angulo.

María Emilia Navea desde que se graduó de docente en educación especial del Pedagógico, supo que quería dedicarse a la enseñanza del lenguaje de señas. Ya tiene 20 años dando clases en el Icoal y resaltó que el mayor reto que tienen para iniciar este año escolar 2024-2025 es la falta de docentes que tienen en la actualidad.

«Falta docentes en el área de audición, terapeutas del lenguaje, médicos foniatras. La falta de docentes es porque han sido jubilados con el tiempo o porque viven lejos de Barquisimeto y el sueldo no les alcanza. Los que quedamos aquí seguimos viniendo todos los días por el amor que le tenemos a estos niños y por las ganas de enseñar», manifestó.

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