Osman Rojas | LA PRENSA.- En el estado Lara ver morir a una parturienta se ha convertido en algo común. La calidad de servicio prestado en los hospitales, la falta de control prenatal en los ambulatorios, la escasez de medicamentos y las condiciones a las que están expuestas las mujeres embarazadas en estos momentos son factores determinantes para contabilizar un embarazo de alto riesgo por cada cuatro mujeres.
Javier Salas, médico ginecobstetra, asegura que en los últimos tres años las embarazadas han perdido los beneficios que antes gozaban. Para el especialista las condiciones en el país no están dadas para que una mujer transite la etapa de gestación y eso hace que los números de mortalidad materna y neonatal se disparen.
Ahora mismo es muy común ver embarazadas en colas esperando para comprar un producto y eso le hace mal al bebé. Las mujeres en estado pasan hambre en este país y eso es contraproducente. Da tristeza cuando uno habla con los padres en espera porque siempre vienen lamentos. El ácido fólico no se consigue y los complejos vitamínicos son cosa del pasado”, dice el especialista.
Salas considera que la decadencia de la red primaria es fundamental para empezar a explicar la cantidad de muertes maternas en los últimos tres años. “Nosotros los médicos hemos visto con mucha preocupación cómo las parturientas van a parir sin tener un eco o un examen. El control ya no existe y eso es algo muy delicado”, dijo el médico.
Según los números que maneja la red ambulatoria en el estado, el oeste de la ciudad y las zonas montañosas son las más afectadas por la escasez de medicamentos y la decadencia de la red ambulatoria. “La gente que vive allí no tiene plata para pagar clínicas y si tienen los centros públicos cerrados no se mueven”, concluyó el ginecólogo Andrés Cabrera.