Osman Rojas | LA PRENSA.- La confianza que brindaban los centros privados ha desaparecido. En un abrir y cerrar de ojos la palabra “crisis humanitaria” dejó de ser una consigna política y pasó a convertirse en una tangible realidad que limita hasta en un 45% la operatividad de las clínicas.
“Cada vez cuesta más trabajar. Tenemos el personal, tenemos la infraestructura y tenemos la disposición pero sin medicamentos y equipos no podemos hacer nada”, comenta Javier Loyo, vocero de los centros privados en centroccidente.
Exámenes especializados y cirugías electivas son los servicios que más fuerza han perdido en los últimos tres meses. La falta de maquinarias, el costo excesivo de los insumos y la negativa de las asegurados de cubrir las tarifas impuestas por los centros privados tiene a las clínicas contra las cuerdas.
“Lo que más baja son las operaciones porque ya la gente no viene como antes. Además de eso tenemos un problema con los seguros que no cubren en su totalidad el costo de las intervenciones y eso hace que los enfermos deban buscar recursos algo que no pasaba hace tres años”, lamentó el licenciado Raúl Acevedo, presidente de la asociación de clínicas privadas en el estado Lara.
Para el directivo de la Acosta Ortiz el hecho de no contar con dolares preferenciales hace que todo se encarezca de la noche a la mañana.
“Los insumos en el mercado están muy caros, cuesta mucho conseguir los recursos y eso repercute en el precio de las intervenciones. Ahora mismo operamos 30% menos de lo que operábamos antes”, dice con tristeza.
Elias Mubayed, presidente del Colegio de Médicos en el estado Lara, compartió la idea de Acevedo y dijo que reparar los equipos es, quizás, lo más difícil para las clínicas.
“Ahora mismo en la Concepción (centro privado ubicado al oeste de Barquisimeto) no tenemos tomógrafo. Una pieza se dañó y no hay recursos para mandar a reparar el equipo”, dijo en un tono lamento el especialista.
Los problemas que atraviesan los centros privados en estos momentos han traído como principal consecuencia la migración de pacientes a la red pública. Marcial Daza, director del Antonio María Pineda, explica que el hospital se la pasa abarrotado de pacientes que buscan ser atendidos.
“Tenemos todo tipo de especialidades y la lista de pacientes para operarse cada vez crece más”, expresó Daza.
La situación de las clínicas preocupa pues la debacle es marcada. La falta de reactivos golpea a clínicas tipo uno como la Razetty o la Canabal que se ven limitada a la hora de realizar tomografías especializadas.