Ese fervor y sincretismo de lo religioso con la expresión cultural era el ambiente de alegría vivido en la residencia de la familia Pérez Laclé
Guiomar López | LA PRENSA DE LARA. «Sembrar con amor para cosechar familiaridad y amistad» es el principio que ha movido a la familia Pérez Laclé durante 32 años de tradición para homenajear a San Antonio, abriendo las puertas de su casa en Cabudare para compartir en fe con los demás creyentes. Ese objetivo también hace que el grupo cultural Cepas rinda permanente tributo al patrono y trasciendan más allá de su comunidad en San Jacinto.
Compartir ese fervor y sincretismo de lo religioso con la expresión cultural era el ambiente de alegría vivido este sábado en el patio de la residencia de Maximiliano Pérez y Nancy Laclé de Pérez, devotos de San Antonio, con 53 años de casados, quienes llevan más de tres décadas satisfechos de recibir a parientes y allegados. Fueron bendecidos durante la misa, luego hubo un conversatorio sobre la historia de los sones de negro y finalmente arriban cultores junto a bailadores que toman el garrote y se persignan ante la sagrada imagen, la cual mantienen iluminada y lleva impuesta algunas medallas de los logros de sus dos hijos.
«Pedimos por la hermandad y por nuestro país para que regresen nuestros seres queridos», expresó Pérez, quien hereda de sus abuelos esta devoción. Es una tarde diferente de tamunangue y hasta de disfrutar de una suculenta sopa.
Mientras el tributo a San Antonio por el grupo cultural Cepas de San Jacinto fue realizado en la casa del Movimiento Sucre. Mervin Rodríguez, coordinador del recinto, recalcó que el reconocimiento de los sones se lleva en el corazón e Isaura González, por el Cepas, destacó que a casi 48 años de esta agrupación siempre están presentes en los hogares y formando a las nuevas generaciones, quienes van a continuar con el mismo respeto de los maestros consagrados en esta sabiduría popular.