Euseglimar González | LA PRENSA DE LARA.- «El cupo que me logró conseguir el director (Gilberto Mendoza, del Hospital Central Antonio María Pineda), fue el cupo de la morgue, porque fue lo único que me le aseguró», dice en medio de su dolor Yodalis Torres, tía de Samir Peña, de 23 años, quien se encontraba recluido en el área de Neurocirugía, a la espera de la asignación de un cupo para la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Samir se murió esperando una cama UCI, es lo que repite una y otra vez la familia del joven. El diagnóstico de Samir fue un tumor, edema cerebral e hidrocefalia, pero el 27 de abril al muchacho lo intervienen quirúrgicamente para colocarle una válvula, fue dado de alta, pero una semana después regresó al hospital.
El lunes 17 de mayo fue ingresado porque debían operarlo nuevamente. Los médicos le informaron a la familia que el paciente pasaría a la larga lista de espera para una cama UCI, su número era el 26.
«El martes, a Samir le da un paro respiratorio, tuvieron que reanimarlo y fue cuando lo intubaron. Desde ese momento tuvimos que comenzar hacer el proceso de ventilación manual con el ambu», recuerda la tía, mientras su voz se entrecorta y trata de no llorar.
Cada media hora se tenían que turnar para poder mantener con vida a Samir, día y noche le daban ventilación manual durante siete días, la familia comenzó a buscar otras opciones y se fueron hasta el Hospital de San Felipe para pedir un cupo y supuestamente allí el director les informó que debía ser la autoridad del Hcamp quien debía hacer el enlace.
Con esperanza, los familiares se trasladaron hasta la oficina del director Mendoza, pero no estaba en la oficina.
Los familiares contaron a LA PRENSA que el lunes pidieron ayuda nuevamente porque él ya no aguantaba, estaba lleno de líquido en el abdomen y pulmones.
Ese mismo día el doctor René Rivas, presidente del Colegio de médicos en Lara, denunció que el paciente debía recibir ventilación mecánica con equipos de alta tecnología y aseguró que este hecho «revela la grave crisis y violación de los Derechos Humanos de todos los venezolanos».
La familia de Samir comenta que ese día el director del Hcamp, presuntamente, les informó que él no podía autorizar un traslado porque el paciente podía morir en el camino.
El martes a las 9:30 de la noche Samir no aguantó y murió. En el área solo estaba su familia, quienes denunciaron que ni el doctor de guardia ni las enfermeras estaban allí para revivirlo.
«Fue una negligencia. Falta de humanidad del director, desde el martes con respiración manual. Él nunca estuvo en dirección pero ayer si apareció para prohibir a las personas que tomaran fotos», sostuvo la tía del joven.
Se pronuncia
Carlos Ángulo, titular del área de Neurocirugía, lamentó que sigan muriendo pacientes a la espera de cupos de terapia intensiva. «Termina siendo hasta criminal y a cualquiera nos puede suceder», advierte que el llamado se ha realizado, pero no es atendido por las autoridades.
«No es posible que se tengan las mismas condiciones de hace 40 años, cuando la demanda es más alta», comentó el doctor.
Según Ángulo, apenas están recibiendo a 2 pacientes, quienes deberían tener asegurado su cupo a quirófano y a la unidad de cuidados. Neurocirugía solo tiene disponibilidad para un par de cupos. El resto de los pacientes fueron remitidos a sus casas, donde ;por lo general- terminan de complicarse por lo delicado del tumor cerebral y van perdiendo progresivamente las facultades.
Crónica de una muerte anunciada
En febrero LA PRENSA publicó un reportaje sobre el área de Neurocirugía y las condiciones en la que se encontraba. Para ese entonces estaban 11 pacientes que esperan por una intervención.
Desde el amplio pasillo se aprecian varias camas sin colchones o con los mismos deteriorados. LA PRENSA pudo conocer para ese momento que la capacidad del área es para 30 pacientes, de los cuales están recluidos casos locales, además de Yaracuy y Portuguesa.
Los pacientes que se encuentran recluidos allí se mantienen un poco calmados por el tratamiento, pero la urgencia de la intervención de los tumores, se trunca al necesitar de la recuperación inmediata desde cuidados críticos.
Los pacientes deben soportar convulsiones, pierden la vista o audición y hasta dejan de caminar, pues padecen de tumores cerebrales, cuyos daños son progresivos a más de 3 meses recluidos en el hospital central Antonio María Pineda.