Edy Pérez | LA PRENSA.- Dormían. De repente, María de las Mercedes Peña Blanco (49) se despertó y le dijo a su marido que olía mucho a gasolina, cuenta su hija mientras llora frente a la morgue del hospital Antonio María Pineda.
Se levantó de la colchoneta, que estaba en el suelo, tomó el tanque de la moto de su marido, abrió la puerta para sacarlo, pero en ese momento un cable de luz cayó al suelo, echó un chispazo y se prendió el fuego.
La mujer abrió la puerta. Pero las llamas le agarraron los brazos, las piernas, la cara y la cabeza. Estaba prendida en candela al tiempo que toda la sala y los cuartos se incendiaban.
Por milagro, el nieto de María de las Mercedes que dormía en la colchoneta resultó ileso y su marido sufrió quemaduras leves en los brazos.
La dama quedó con vida. De inmediato la llevaron a la emergencia del hospital, pero la mandaron a sentar en una silla y ahí le dijeron que esperara. “Mi mamá se quejaba, le dolía, pero la ignoraban, no la atendieron”, repetía entre lágrimas la hija, Wilmar Peña.
El hijo de María decidió llevarla a una clínica. Le pusieron un calmante, pero al día siguiente se hinchó y tuvieron que llevarla a la unidad de caumatología del hospital.
Wilmar aprieta los puños mientras las lágrimas corren por su rostro porque asegura que los médicos se la pasaban mandando mensajes de texto mientras que su madre se contaminaba tendida en una camilla.
“Tenía el cuerpo vendado, pero las vendas estaba mojadas y verdes”, narra la dama y recuerda que su madre le decía: “Hija las moscas no me dejan dormir”, era porque volaban encima de ella.
María le dijo a Wilmar que si ella no sacaba el tanque se habrían muerto los tres. Su esposo, el nieto y ella dentro de la casa que está en Cerro Gordo, al norte.