EFE | LA PRENSA DE LARA.- América Latina afronta un noviembre decisivo con un cóctel electoral en el que cinco países -Nicaragua, Venezuela, Argentina, Chile y Honduras- se juegan mantener el actual rumbo político o dar un golpe de timón.
El mes abrirá y cerrará con dos jornadas electorales presidenciales en Centroamérica: unos muy controvertidos en Nicaragua, donde parece asegurada la reelección de Daniel Ortega, y otros en los que los hondureños escogerán al sucesor del polémico Gobierno de Juan Orlando Hernández, anegado por la corrupción.
En medio, la atención se desplazará a Suramérica. Las legislativas de Argentina se presentan como un pulso de la oposición al debilitado Gobierno de Alberto Fernández, mientras que Chile renovará su Parlamento y escogerá al futuro presidente, aunque probablemente necesite una segunda vuelta en diciembre. En Venezuela, mientras tanto, la oposición acudirá a unas elecciones regionales y locales tras cuatro años de ausencia de las urnas.
Domingo 7: Nicaragua en la mira
La primera cita es, sin duda, la más controvertida. El próximo domingo, el sandinista Daniel Ortega buscará su tercera reelección consecutiva en un proceso electoral de «extrema preocupación» rodeado de un «clima de represión», según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), o «un plan doloso para acabar con la democracia», según el observatorio nicaragüense Urnas Abiertas.
Críticas a las que se suman Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos (OEA), la ONU y la Unión Europea cuando advierten de un progresivo deterioro político y social en el país, particularmente desde el estallido popular contra Ortega de 2018, calificado por el Gobierno como un intento de golpe de Estado y que dejó cientos de manifestantes muertos, presos o desaparecidos.
Después de los comicios «la pobreza va a seguir igual, el desarrollo se ha parado. Irónicamente Daniel Ortega está siguiendo el mismo camino que sus archienemigos, los Somoza ( ), Nicaragua lleva más tiempo en dictadura y dinastías familiares que en democracia», advierte a Efe el profesor latinoamericanista de la Universidad de Georgetown, Eric Langer.
Y además, según este experto, «no existe una política consistente de Estados Unidos hacia Latinoamérica«, con una Administración Biden centrada en ganar las elecciones de 2022, y el único interés que ofrece la región para alcanzar ese objetivo es contener la inmigración, algo en lo que Nicaragua carece de peso específico.
La victoria de Ortega se da por descontada, particularmente por las circunstancias en las que se produce la votación: siete aspirantes presidenciales y una treintena de dirigentes opositores han sido arrestados por «traición a la patria», mientras que los observadores de la OEA y la Unión Europea han renunciado a participar ante la falta de condiciones para ejercer su trabajo.
«La única forma de que eso vaya a cambiar es si hay una revuelta violenta en su contra», considera Langer, una situación que Gerardo Sánchez, profesor del Centro de Investigación y Economía de México (CIDE), considera improbable que se dé.
Tras las protestas de 2018 el Gobierno promulgó en 2019 «una serie de leyes, claramente inconstitucionales y violatorias a los derechos humanos, que básicamente permiten el arresto de opositores por expresar su posición contra el Gobierno», precisa a Efe este investigador. Esto ha provocado «una paralización muy entendible de la oposición» a Ortega, que por otra está disgregada.
«Sin una dirección política firme y clara y con la amenaza de la represión gubernamental, la movilización social ha quedado muy desgastada. Mientras la oposición no encuentre una forma de unificarse, de presentar un proyecto político frente a lo que ya se está viendo como una dictadura, no va a haber un cambio», asegura Sánchez.
Domingo 14: Argentina, más por el mañana que por el hoy
Más que preocuparse por mantener la mayoría en el Congreso, el gobierno kirchnerista de Alberto Fernández está pensando en mantener el poder tras las presidenciales de 2023, y ello a pesar de la importancia de los próximos comicios, en los que se renovarán 127 de los 257 escaños en la Cámara de Diputados y 24 de los 72 del Senado.
Es una tarea que no pinta fácil tras los resultados de las primarias celebradas en septiembre, en las que el oficialista Frente de Todos fue superado por el bloque opositor Juntos por el Cambio.
«Lo más seguro es que pierdan el control del Congreso, lo que les llevaría a perder el control de la asignación de presupuestos, en medio de un proceso de reestructuración de la deuda extranjera. ( ) Esto haría que el Gobierno de Fernández tenga un margen de maniobra muy limitado», apunta el profesor investigador del CIDE.
Tras prometer que corregirán lo que hicieron mal; remodelar el gabinete por imposición de la todopoderosa vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, extender los planes sociales y subir el salario mínimo, el Gobierno afronta la cita electoral lastrado por la recesión económica, el déficit galopante, una inflación que roza el 53 % y una cuestionada gestión de la pandemia que hasta ahora se ha cobrado la vida de casi 116.000 argentinos.
Domingo 21: del pulso venezolano al primer round chileno
El tercer fin semana del mes, la atención estará dividida entre el norte y el sur de la región.
Los venezolanos están llamados a unos comicios regionales y locales a los que el grueso de la oposición, incluido el sector liderado por Juan Guaidó, acudirá por primera vez desde 2017, tras su ausencia en las presidenciales de 2018 y las parlamentarias de 2020, lo que le «entregó» al chavismo el 92 % del Parlamento.
El presidente Nicolás Maduro pidió al arrancar la campaña electoral este jueves, prepararse para una «gran victoria de la democracia», mientras que el líder opositor y dos veces candidato presidencial Henrique Capriles instaba a votar «contra el desastre de Maduro y los incapaces que lo acompañan».
Las elecciones transcurrirán en circunstancias muy delicadas para el chavismo, tras la reciente extradición a Estados Unidos del empresario colombiano Alex Saab, presunto testaferro de Maduro, y una segunda e inminente extradición a Estados Unidos, desde España, del militar retirado Hugo Armando «el Pollo» Carvajal.
Los comicios «llegan en un momento bastante importante, porque las pláticas entre el Gobierno y la oposición parecían avanzar a buen ritmo en Ciudad de México», y aunque las extradiciones «están reventando el diálogo, las causas subyacentes que llevaron a él siguen ahí», considera el profesor Gerardo Sánchez.
«El Gobierno de Maduro está desesperado por lograr romper el cerco internacional que se ha levantado en su contra, ( ) y la oposición se ha dado cuenta de que no puede contar sólo con el apoyo de Estados Unidos para lograr un cambio de régimen», agrega.
En el otro extremo, Chile asistirá a unas elecciones presidenciales llenas de incertidumbre y pensando en el 19 de diciembre, cuando con casi total seguridad tendrá que acudir a una segunda vuelta.
El desgastado presidente Sebastián Piñera, quien no se puede presentar a la reelección, afronta el escándalo provocado por las revelaciones los papeles de Pandora con un juicio político que podría desembocar en su destitución; una crisis social desatada en 2019 y los preparativos para redactar una nueva Constitución. Su legado planea sobre las aspiraciones de los siete candidatos, ninguno de los cuales tiene posibilidades de salir elegido en al primera vuelta, según los sondeos.
Quienes tienen más posibilidades de pasar al «balotaje» no pertenecen a las coaliciones políticas que han gobernado el país desde el fin de la dictadura, en 1990. Se trata del exlíder estudiantil de izquierda Gabriel Boric, de 35 años, quien va por delante en las encuestas, y del ultraderechista José Antonio Kast. Una cerrada pugna en unos comicios trascendentales para un país sometido en ebullición política desde hace dos años.
«El modelo político chileno se ha desgastado en los últimos diez años casi completamente, y por eso es bueno tener una Constitución nueva, porque la de (Augusto) Pinochet (dictador entre 1973 y 1990) ya no aguantaba más», afirma el profesor Eric Langer.
«Pero no veo que la Convención Constituyente esté ofreciendo un modelo nuevo ni que la oligarquía tenga incentivos económicos para mejorar la situación social», concluye el académico de la Universidad de Georgetown.
En las undécimas elecciones que se celebran desde que en 1981 concluyeran dos décadas de regímenes militares, los hondureños votarán el próximo día 28 para elegir, más que un nuevo presidente, un modelo político.
Por un lado se presenta el modelo continuista del actual mandatario, el conservador Juan Orlando Hernández, reelegido en 2017 en lo que sus opositores consideraron un «fraude» y una acción propia de una «dictadura, ya que una controvertida decisión del Poder Judicial hizo posible lo que la Constitución impedía.
Del otro, la opositora Xiomara Castro, del Partido Libertad y Refundación (Libre), la aspirante con más opciones de entre los 14 candidatos opositores que se enfrentan al oficialista Nasry Asfura. Las posibilidades de Castro han aumentado tras su alianza con el líder de la Unión Nacional Opositora de Honduras (Unoh), Salvador Nasralla, uno de los mayores rivales de Hernández, quien declinó presentarse en estos comicios.
Todo ello dentro del desgaste de tres periodos consecutivos del Partido Nacional y de una campaña en la que la ONU se ha mostrado preocupada por la «desinformación» y «las incitaciones al odio y la violencia». Estas acciones incluyen etiquetar de «amenaza» comunista a Castro, esposa del expresidente Manuel Zelaya, derrocado en 2009 por promover reformas constitucionales que la ley no permitía.
«El gran problema es que si gana Castro y se pone del lado de Nicaragua, Cuba o Venezuela, ellos no tienen recursos para ayudar a Honduras», uno de los países más pobres de la región, reflexiona Langer, quien advierte: «Sospecho que ella va a querer vengarse de lo que pasó con su esposo y va a tener problemas con los militares y con Estados Unidos. Seguro».
Fuente: EFE