Edy Pérez Alvarado | La Prensa-. Una madre procesadora y el portero llegaron ayer a las 5:40 de la mañana a la escuela Domingo Hurtado, en Carorita Abajo. Entraron al comedor y de repente la madre exclama: “¡Ay, se llevaron la caraotas!”, y el portero responde: “Por ahí entraron”, mientras señala el boquete en el techo.
Presumen que en la madrugada de ayer unos rateros brincaron la cerca de alfajol, subieron al techo, abrieron el boquete y se metieron en el comedor. Sacaron 50 kilos de caraotas que aunque “salen duras”, como dicen las madres procesadoras, ellas se las ingenian para hacerlas ricas.
“Las ponemos a congelar crudas, le echamos bastantes aliños y si siguen como unas balas, entonces las licuamos y las servimos como crema de caraotas”, comenta una de las madres, Norbis Marín, mientras que comenta que los chamos se chupan los dedos cada vez que terminan de almorzar.
Durante el hurto también se llevaron dos bultos de pasta y dos litros de aceite. Les dejaron el arroz, la sal y otros litros de aceite. Las madres procesadoras y las profesoras estaban muy tristes.
“Esta maldad se la hicieron a los niños que estudian aquí”, comenta la profesora de guardia Yelitza Gómez al tiempo que explica que por lo menos el 85% de la matrícula, que son 660 niños comen en el comedor.
Son pequeños que están entre preescolar y sexto grado. La mitad estudia en la mañana y la otra mitad por la tarde. “Hay niños que vienen sin desayuno y durante el almuerzo repiten; y los del turno de la tarde vienen sin almuerzo, comen aquí”, recalca el vigilante, Ramón López, que está todo el día en la institución.