domingo, 24 noviembre 2024
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Motorizado y gay se estrellan

Edy Pérez Alvarado | La Prensa-. Verónica, una mujer transgénero, estaba por la Concha Acústica, en la calle 22A con carrera 17. Permanecía parada en la esquina junto con unas amigas después de una larga noche de trabajo. De repente, frente a ellas se detuvo Ángel Rafael Méndez (56) a bordo de una moto roja y Verónica le pidió la cola.

“Mi vida ¿me llevas hasta La Vargas?”, le preguntó Verónica a Ángel y él le respondió que sí y la montó de parrillera. Ángel arrancó. Dieron unas vueltas a solas hasta que Ángel decidió tomar la avenida Venezuela, asegura Verónica, que ya la iba a llevar hasta la avenida Vargas para que tomara un carro hasta Chivacoa, estado Yaracuy.

Cuando iban por el canal de servicio de la avenida Venezuela, entre calles 33 y 34, sentido oeste-este, Ángel chocó contra la isla. “¿Qué pasó mi amor?”, le preguntó Verónica, pero él no respondió.

Después del choque siguió derecho y se pasó al canal rápido de la avenida Venezuela. “Cuando yo veo que él sigue derecho como si ese muro no existiera brinqué”, recuerda Verónica y lo cuenta con su voz fina.

En ese momento se cayeron de la moto. “Di como dos vueltas en el aire y caí al suelo”, sigue contando y cuando Verónica se levantó vio al motorizado tirado en el pavimento con el ojo roto y la cara raspada.

“Movía los ojos, movía la boca, hasta que se quedó tranquilito”, recuerda la dama. Llegaron los bomberos, lo examinaron, pero se dieron cuenta rápido que ya estaba muerto.

Al lado de cadáver quedó el casco negro que usaba Ángel. Tenía canas, jeans, botines de seguridad y una chemise de rayas.

Los vigilantes de tránsito fueron quienes le revisaron los bolsillos y tomaron las pertenencias del fallecido. Cargaba un Atamel, una cartera de cuero Locaste, una paca de billetes de Bs. 50 y unos lentes.

Los funcionarios le pidieron los datos a Verónica y dijo que su nombre legal es Roberto Escalona, de 25 años y que reside en Chivacoa, estado Yaracuy. Por eso le pidió la cola al señor para la avenida Vargas.

“Pero de verdad no lo conozco, es la primera vez que lo he visto”, comenta la dama que mira de un lado a otro nerviosa.

Usa zapatos de goma azul turquesa, leggins color piel, minifalda de jeans y una chaqueta negra. Tiene un cintillo tejido y un moño. El delineador negro ya está chorreado y tiene buenas lolas y el trasero parado que le resalta por su extrema delgadez.

“Mana es Roberto, mira me vine a Lara anoche, andaba con un señor y tuvimos un accidente”, dice la joven por teléfono para avisarle a la familia al tiempo que les pide que le traigan la cédula, porque la dejó en casa olvidada.

La joven tiene raspones en la cara y en la espalda, pero los bomberos no la examinan porque insiste en que está bien.

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