viernes, 22 noviembre 2024
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Intentó robar a funcionario y pagó con su vida

Ana León | La Prensa.- Néstor José Montes Cuello (18) estaba caminando por la calle 10 del barrio San José cuando vio a un hombre vesti­do con un uniforme de softbol y usando su teléfono. Se le acercó y le dijo “dame el celu­lar”. Lo que no sabía era que el hombre que intentaba robar es un inspector del Cuerpo de In­vestigaciones Científicas Pena­les y Criminalísticas (Cicpc).

El funcionario no se dejó amedrentar y sacó su pistola. Néstor se vio acorralado, se ha­bía dado cuenta de su error y salió corriendo hasta la carrera 2 para intentar huir. Atrás de él venía el petejota.

Ambos hombres con armas en mano se enfrentaron y en el tiroteo resultó herido Néstor, quien cayó al piso bocabajo y aún con las pocas fuerzas que le quedaban intentó pararse pero no pudo, pues estaba bo­tando mucha sangre. Néstor había sido herido en la pierna derecha y el abdomen. En el lugar, los vecinos se quedaron resguardándose en sus casas hasta que terminó la balacera. La sorpresa de una habitante fue que al salir, en el suelo frente a la casa vecina, yacía el cuerpo agonizante de Néstor.

“Hubo más de 12 tiros”, decía una de las chamas que vive en el sector cuando le pregunta­ron qué había ocurrido. Mien­tras se escondían en la casa, el sonido de las balas era lo único que interrumpía el silencio que reinaba en la cuadra al mo­mento de comenzar el enfren­tamiento.

A los pocos minutos del suce­so, una comisión del Cicpc se acercó hasta el lugar. Se dieron cuenta que Néstor seguía con vida y lo trasladaron lo más rá­pido posible hasta el hospital central, pero el chamo llegó sin signos vitales a la emergencia.

En el sitio los petejotas reali­zaron el levantamiento plani­métrico, donde se pudieron ver más de seis conchas de ba­las y una marca de tiza en la pared de una casa que señala­ba dónde había ido a parar uno de los proyectiles que presun­tamente pudo haber sido dis­parado por el inspector.

No es el único

El 16 de febrero unos malan­drines se acercaron a un fun­cionario del Cicpc mientras se encontraba en una parada ubi­cada en las adyacencias de la universidad Yacambú, en Pala­vecino. Lo despojaron del telé­fono que cargaba, pero los cha­mos se dieron cuenta de que estaba armado y se enfrenta­ron. Un joven conocido como Anthony murió en el sitio.

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