viernes, 22 noviembre 2024
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Hombre fue asesinado en la playa de Mercabar

Jennifer Orozco| LA PRENSA.- Salió de la cana y se que­ría portar bien. Consi­guió trabajo en el Merca­do Mayorista, pero en el segundo día de su tercera semana de trabajo su enemigo lo pilló y se co­bró la culebra propinán­dole una descarga delan­te de unas 100 personas, en la playa de Mercabar.

Eran las 6:30 de la ma­ñana, cuando Willy José Burgos Becerra (24) llegó al mercado mayorista de Barquisimeto para traba­jar como caletero en el área de los plátanos. El chamo andaba con su hijo mayor de 7 años. Se detuvo un momento en el puesto donde trabaja­ba, pero vio a un hombre conocido que lo estaba si­guiendo. Cuando pilló que era su “culebra”, sa­lió pirado. Corrió unas dos cuadras cuando fue alcanzado por su enemi­go.

El asesino cargaba una bácula, que es un arma de fabricación casera de calibre 12 como una es­copeta. Willy al ver el ar­ma, se tiró debajo de un puesto de zanahorias y papas que estaba en el pasillo de salida de La Playa, pero su agresor lo­gró descargarle la muni­ción entre la espalda y la cabeza.

El homicida salió co­rriendo, pero le dio chan­ce de tirar un bolso beige con marrón, el arma de fabricación casera que se dividió en dos tubos y su­puestamente la camisa, huyendo por un monte que está detrás de La Pla­ya.

En un abrir y cerrar de ojos el dueño del puesto de papas y zanahorias desmanteló el kiosco y se fue corriendo, dejando el cuerpo de Willy desan­grándose en el pavimen­to. Vestía un jean negro, suéter negro con blanco, zapatos deportivos ne­gros, azules y verdes y una gorra estampada ma­rrón del equipo de balon­cesto estadounidense Chicago Bulls.

“Catire, te dije que nos fuéramos”, le repetía su hijo mientras le acaricia­ba la cara. El niño de 7 años salió corriendo di­ciendo que debía avisarle a su mamá. De una vez se le tiraron al cuerpo unas 20 perso­nas y le hurtaron las per­tenencias que pudieron sacarle de los bolsillos y un bolso que cargaba Willy.

Luego unas 50 personas más le hicieron un círcu­lo, “velando” al cuerpo en plena playa, en el sec­tor del pimentón. Nadie quería decir nada, ni quién lo conocía, ni qué estaba haciendo. Sólo una pequeña niña se atrevió a decir “del otro lado de la cerca (de alfa­jol) estaba otro tipo di­ciendo “mátalo, mátalo” y el bicho le disparó”, contaba riéndose.

En medio del dolor lle­gó la comisión del Cicpc para levantar el cuerpo y a los dos minutos tam­bién se acercó el padre de Willy.

William Burgos llegó sereno y contando todo lo que podía decir de su hijo. El señor contó que Willy tenía tres semanas trabajando en Mercabar y que hasta antes del 24 de diciembre estuvo de­tenido en el Eje de Ho­micidios del Cicpc, pero al salir él quiso portarse bien.

“A él lo implicaron en un homicidio, donde ayudó a su amigo herido de bala. Como lo vieron tocándolo lo detuvieron, pero él no lo mató”, rela­tó el señor que el crimen del “amigo” de Willy fue el 2 de noviembre del año pasado y desde ese día estaba detenido hasta el 20 o 21 de diciembre.

“No se le demostró na­da”, dijo el padre y aclaró que estaba bajo régimen de presentación cada ocho días.

William además contó que su hijo era “tremen­do” cuando adolescente, que no quiso estudiar y que “se portó mal como todos los muchachos”, pero que no era mala persona.

Willy antes de estar de­tenido vendía panes con su papá en el mercado Las Pulgas, al oeste de Barquisimeto. Pero lue­go de salir de la cárcel le dijo al señor que él prefe­ría trabajar en Mercabar. “Se lo dije muchas veces, lo aconsejé, le dije que aquí (Mercabar) trabaja­ba mucho malvividor, pero no me escuchó, era porfiado y terco”, reveló.

La última vez que Wi­lliam vio a su hijo con vi­da fue el 14 de enero, cuando el chamo le llevó a sus cuatro nietos hasta su casa en La Paz, comie­ron y compartieron. “Ese día le di una platica para ayudarlo porque aún no había cobrado mucho y estando detenido se gas­tó el dinero que tenía. Yo quería ayudarlo”, repetía el padre.

La madre de Willy ha­bía muerto 20 años atrás, por causas naturales.

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