Jennifer Orozco | LA PRENSA.- “Mamá, David fue quien me disparó, fue David”, fueron las últimas palabras que la madre de Wilder Jesús Durán Romero (19) escuchó de su hijo. El hombre era travesti y trabajador sexual, conocido como la “Rosada”.
Según contó la tía del muchacho, Wilder, como todas las noches se vistió de mujer y salió desde El Trompillo, donde residía hasta el mismo sector de siempre, en la carrera 19 con calle 30. Era lunes, así que no estaría solo, estaba acompañado aproximadamente de cinco compañeros travestis.
Pero alrededor de las 9:00 de la noche, en la esquina donde estaba Wilder trabajando se escuchó un disparo. Aparentemente, sus compañeros se asomaron y vieron a la “Rosada” tirado en el piso, pidiendo auxilio.
Una ambulancia pasó por el sitio y lo auxilió, llevándolo hasta la Sala de Emergencias del Hospital Central, donde posterior a su ingreso llegó su mama, a quien le avisaron con una llamada telefónica que su hijo había sido herido de un tiro.
La madre se movió por todo el hospital, hasta que encontró una camilla para tenerlo en observación y que comenzaran a practicarle todos sus exámenes. Cuando la madre entró por tercera vez a la Sala de Emergencias, Wilder le confesó que había sido un hombre llamado “David” quien le había propinado el disparo. En ese momento, Wilder comenzó a convulsionar.
La madre lo dejó allí con las enfermeras mientras buscaba un tubo y otros insumos para operar a la “Rosada”, pues una placa había determinado que el proyectil estaba alojado en la columna y debían extraerlo.
Cuando la mamá de Wilder llegó a entregar todos los insumos salió una enfermera y le dijo que su hijo había convulsionado, que se había caído de la camilla y al golpearse la cabeza había muerto.
“Nadie me dio respuesta aquí si mi hijo murió por el disparo, por la pérdida de sangre o por el golpe que se dio al caerse en la camilla. Los petejotas me dicen que ellos están investigando eso, pero no me dan respuesta de nada. Me dijeron que si yo llego a saber algo les avise a ellos, o sea ellos quieren que yo les haga su trabajo”, declaró la madre de Wilder, quien estaba nerviosa pues teme que su hijo haya sido víctima de un crimen de odio por ser travesti.
El padre de Wilder, Wilmer Durán , llegó luego de que su hijo falleciera, pues a la madre se le dificultó contactarlo ya que no viven juntos. El papá estaba afectado por la noticia y lloraba.
“No entiendo aún por qué le dispararon. Él no era malo, sólo era diferente”, dijo el señor.
Los padres estaban buscando ayuda, pues no podían costear el sepelio de la “Rosada”, ya que los servicios funerarios estaban muy costosos.
La “Rosada” trabajaba en esa esquina desde hace 3 años.