Estefany Figueroa | LA PRENSA.- En una silla bajo el imponente sol con un pote de pega, una aguja y con escasos dos pares de zapatos a su alrededor se encuentra Saúl Hurtado, quien desde hace 20 años se dedica a reparar el calzado de los guaros.
El hombre comenta que actualmente, un día bueno le pueden llegar cinco pares de zapatos para reparar. “A mí se me ha hecho difícil toda esta situación, a veces cobro sólo la mano de obra porque ya no puedo comprar los materiales, están muy costosos”, dijo Hurtado.
El oficio de este zapatero, así como el de muchos otros ha ido mermando poco a poco. A pesar de los altos costos en los zapatos nuevos, los guaros van a reparar sus piezas ya usadas sólo en momentos de estricta necesidad como lo dijo Hurtado, pues la reparación más económica de pega y costura en un zapato cuesta 500 mil bolívares y va en aumento de acuerdo al gasto de material que la prenda requiera.
“Hemos optado por mandar al cliente a comprar el material, ahorita una suela cuesta 2 millones de bolívares en la tienda”, argumentó Denny Cuta, encargado de una zapatería en la carrera 22 con calle 21. Cuta insiste en que ellos no son los culpables del aumento de los precios porque diariamente la materia prima les aumenta a los comerciantes.
Trabajadores del calzado en la ciudad expresan que la demanda de su oficio ha disminuido en 40 por ciento en comparación al año 2017. A pesar de que a los usuarios les resulta más mandar a reparar el calzado viejo, los altos costos de los arreglos ponen a llorar a más de uno. Son muchos los que dejan sus prendas sin poderlas retirar por no tener para pagarlas.