Crédito: basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.
La tierra zuliana se envuelve en un manto de celebración para conmemorar, este 18 de noviembre, la trascendental festividad que marca el 276º aniversario de la aparición de la milagrosa tablita con la imagen de la Virgen de Chiquinquirá.
Esta especial tradición sumerge a la ciudad de Maracaibo en un profundo encuentro de fe, oraciones y cantos de fervor. La Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá congrega a miles de feligreses y visitantes para rendir homenaje a «La Chinita», su excelsa Patrona.
Las actividades religiosas iniciaron en la madrugada de este martes con una misa a medianoche en la Basílica, con demás celebraciones eucarísticas a partir de las 2 de la mañana hasta las 10 a.m., preparando el ambiente para los actos centrales de la tarde.
El evento culminante incluye el Santo Rosario a las 4:00 p.m., seguido por la Solemne Eucaristía a las 5:00 p.m., que será oficiada por Mons. José Luis Azuaje, Arzobispo de Maracaibo, junto a la presencia de todo el clero local y representantes de otras diócesis venezolanas.
Un momento cumbre de la Misa solemne será la consagración de todo el pueblo zuliano a la protección maternal de la Virgen de Chiquinquirá. En relación con las festividades de este año, el padre Nedward Andrade, párroco de la Basílica, había anunciado en octubre que las celebraciones no solo honrarían a «la Chinita», sino que también servirían para reforzar la devoción hacia los primeros santos venezolanos, José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles, recientemente canonizados el 19 de octubre.
La profunda devoción a la Patrona del Zulia se remonta al año 1709. Desde entonces, el pueblo marabino no solo dedica estos días de noviembre a su Patrona, sino que le encomienda su vida entera.
Según la historia que se maneja en Venezuela, el milagro se originó en la madrugada de un lunes 18 de noviembre, cuando una mujer marabina que lavaba ropa en el Lago de Maracaibo encontró una pequeña tablita arrastrada por el oleaje. La recogió para usarla como tapa para su tinaja de agua y la llevó a su casa.
La tablita comenzó a oscurecerse, y al intentar limpiarla, la mujer notó que aparecían sobre ella los signos de una imagen religiosa. La colocó en una pared especial, y poco tiempo después, se escucharon golpes y surgieron intensos destellos de luz del retablo.
La anciana, identificada como María Cárdenas, salió a la calle gritando «¡Milagro, Milagro!». Los vecinos acudieron de inmediato y presenciaron la imagen de una Virgen de tez mestiza y rostro indígena, cuyo semblante acogedor miraba a todos.
El fervor zuliano se consolidó cuando las autoridades eclesiásticas intentaron trasladar la tablita milagrosa a la Catedral, pero esta adquirió un peso imposible de mover. Sin embargo, al desviar el camino hacia la ermita o capilla de San Juan de Dios, construida en 1686, el retablo se volvió liviano, confirmando la voluntad de la Virgen de permanecer en ese sitio.
En ese mismo lugar, hoy se levanta la imponente Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, donde se conserva el cuadro original. El día especial de la Patrona se mantiene cada 18 de noviembre.
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