Los representantes de la Cámara de la Construcción informaron que hay necesidad de 2.800.000 viviendas en Venezuela
Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- Hernán Guillén tiene 60 años y todos los días junto a su mujer, de 33, e hijo, de seis años, desafía la gravedad. Vive en un rancho con techo de zinc y paredes de madera y adobe en la punta de un cerro, a orilla de la avenida Ribereña, sector El Garabatal. Su vista es privilegiada, tiene el paisaje del río Turbio en panorámica, pero un viento fuerte o un aguacero pueden tumbar su frágil casa y poner en riesgo su vida y la de su familia. Hace cinco años invadió esos terrenos. Hoy alega no tener esperanzas de que la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) le construya una casa cómoda.
Él, así como millones de venezolanos, tiene necesidad de un hogar, aunque la propaganda gubernamental haya informado que en Lara, en el urbanismo Che Guevara entregaron el apartamento número cinco millones el pasado 6 de junio, cifra que observan con suspicacia desde la Cámara de la Construcción regional.
«El presidente Nicolás Maduro vino el jueves a El Garabatal. Se subió a una tarima bailando que estaba de espalda a la gente necesitada. Pasó en caravana por la Ribereña y fue incapaz de pararse a saludar. Yo creo que las cosas van a cambiar a partir del 28 de julio, hemos sido decepcionados por su gestión», exclamó Hernán, quien afirma estar desempleado. Su rancho se divide en dos cuartos, en una cama individual duerme su hijo, en el área donde menos se moja cuando llueve. Al lado duerme él con su esposa. Su mujer es el único sustento de hogar, trabaja limpiando casas.
Se acostumbraron a vivir en la precariedad, comer una o dos veces al día, hacer sus necesidades al aire libre y lanzarlas al Turbio. No tienen electricidad, se acuestan todos los días a las 7:00 de la noche. Tienen un tanque pequeño sin tapa con el que recogen agua caída del cielo. Cocinan con leña sobre un microondas descompuesto y los acompañan seis perros callejeros.
Sus vecinos son una pareja joven que proviene del estado Amazonas. Rosángel Florenzano tiene 19 años de edad y estudia Criminalística. Vivía al sur de Venezuela en una casa de bloques. Vino a Barquisimeto hace año y medio para progresar. «Dormimos con el Jesús en la boca cuando llueve, estoy consciente que esta es una zona de alto riesgo, pero confío que sea temporal vivir así», comentó. Esta pareja se baña y cocina en casa de un familiar que vive por la avenida San Vicente.
Puede ampliar esta información en nuestra edición impresa de este miércoles 12 de junio.