LA PRENSA DE LARA | AFP.- La familia real británica se reunió el viernes para una misa de gracias por los 70 añ;os de reinado de Isabel II, sin la monarca, cansada por el primer día de festejos, pero con Harry y Meghan, que centraron todas las miradas.
La reina de 96 añ;os de edad, con crecientes problemas de movilidad, experimentó «un cierto malestar» tras aparecer dos veces de pie la víspera en el balcón del Palacio de Buckingham para lanzar los cuatro días de celebraciones por su «jubileo de platino».
Jefa de la Iglesia de Inglaterra y muy religiosa, la monarca decidió no acudir al acto debido al largo trayecto desde el castillo de Windsor, donde reside, hasta la catedral de San Pablo en Londres y «la actividad necesaria para participar en la misa», explicó la casa real.
Entre los curiosos que esperaban desde primera hora de la mañ;ana frente a la catedral, Stephanie Stitt, organizadora de eventos de 35 añ;os, se declaraba «un poco» decepcionada por la ausencia de la reina.
«Pero es comprensible porque tiene 96 añ;os», agregó, asegurando que «es agradable celebrar algo y no acordarse de la crisis por el coste de la vida» que, con una inflación histórica, impone sacrificios y estrecheces a muchos británicos.
Harry y Meghan
Tampoco acudió, por haber contraído el covid-19, el príncipe Andrés, de 62 añ;os, considerado «hijo predilecto» de la monarca pero alejado de la vida pública a raíz de acusaciones de agresión sexual a una menor en Estados Unidos.
Los que sí aparecieron, por primera vez en público desde hace dos añ;os en el Reino Unido, fueron el príncipe Harry y su esposa Meghan.
Entre gritos de júbilo y algún abucheo de la multitud, el nieto de la monarca, de 37 añ;os, llegó vestido de chaqué y corbata gris, luciendo todas sus condecoraciones, que conserva pese a que desde que en 2020 dejó la monarquía no puede llevar uniforme militar.
Sonriente pero tensa, la exactriz estadounidense, de 40, vestía elegantísima con un abrigo de solapas blanco hueso, color que algunos medios británicos interpretaron como un intento de mostrar «inocencia», y una pamela gris perla.
La pareja sacudió a la monarquía cuando hace dos añ;os decidió irse a vivir a California, desde donde criticaron a la familia real, llegando a acusar de racismo a uno de sus miembros, que no nombraron.
Desde entonces han visto a la reina poco y en privado y su hija menor, Lilibet, que el sábado cumple un añ;o, no conocía hasta ahora a su celebérrima bisabuela.
Viajaron a Londres para las fiestas del jubileo, pero el jueves se habían mantenido alejados de la prensa, por cuya presión afirmaron haber abandonado el Reino Unido.
«Creo que deberían quedar en un segundo plano, pueden hacer lo que quieran con sus vidas pero probablemente no deberían decir algunas cosas», afirmaba entre los curisos Roger Nagy, cirujano estadounidense de 51 añ;os que voló expresamente desde Colorado.
Esta celebración «es sobre la reina, no sobre ellos», agregó.
Dudosa sucesión monárquica
En el interior de la majestuosa catedral anglicana, asistieron al servicio unas 2.000 personas, entre ellos 400 trabajadores sanitarios invitados por sus servicios durante la pandemia, la mayoría de familiares