martes, 5 noviembre 2024
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Sector salud se hunde con un déficit del 80% de su personal

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- El bisturí ha tenido un corte certero, de sueldos aplastados por la hiperinflación, centros de salud escasos de insumos, infraestructuras que se desmoronan y sin la debida protección de bioseguridad para atender durante la pandemia. Un sistema de salud desolado que pierde a su personal, entre el déficit del 80% de enfermeras, 60% de especialistas y con una sala de Emergencia que puede estar solo con 2 médicos.

Esa estampida por el éxodo empezó en 2010, se profundizó en 2014 y cayó en estado crítico en 2020 en el foso de la pandemia por COVID-19. Quedan pocos y sostenidos con el brío de la mística, esa que los mantiene y les plantea desafíos para atender, cuidar y salvar vidas. Las enfermeras han sido muy golpeadas y su ausencia se siente en un 80% en los hospitales de Lara, confirmado por Elda Jiménez, titular del Colegio de Enfermeras. Además de la precariedad, el gremio denuncia acoso laboral, con varios casos de despidos o sanciones administrativas.

La situación es tan extrema que en la maternidad del hospital central Antonio María Pineda, solamente una enfermera puede atender hasta 80 pacientes, incluyendo a las madres y sus hijos. El área de hospitalización es de 44 camas y se repite la misma situación, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que deberían ser una enfermera por cada 4 pacientes sin graves complicaciones.

Se enfrentan a unas condiciones de desgaste humano al intentar cubrir sus áreas de servicio, incluso uniendo varias guardias para trabajar corrido las 24 horas. El cansancio queda a un lado, al prevalecer las dificultades para trasladarse a sus centros de salud, verse obligados a caminar varios kilómetros o gastar en pasajes que hacen trizas casi todo el salario, que a veces ni llega a 2 millones de bolívares. Según René Rivas, titular del Colegio de Médicos, actualmente el principal centro asistencial cuenta con alrededor de 500 enfermeras, de un total que debería ser entre 2.600 a 2.900 de acuerdo a las dimensiones de este hospital, que atiende a pacientes provenientes de estados vecinos.

Una realidad que ha sido retratada por LA PRENSA, cuando algunos familiares con niños recluidos en el hospital pediátrico Agustín Zubillaga, señalaban que debían estar pendiente al llamado de atender a sus hijos, ante la falta de enfermeras. Otro punto que rebasa la falta de capacidad se reflejó a final de enero del presente año, cuando se registró en fotografías, el colapso en el área de Emergencia, con una paciente recostada en un pupitre de madera, que hacía las veces de una camilla.

Gran vacío

«Los miserables sueldos terminaron de impulsar la diáspora de profesionales a otros países», señala Rivas al resaltar ese 60% de déficit de especialistas. Se necesitan 20 cirujanos y 3 cirujanos oncólogos. Específica que este principal centro de salud desde hace 3 años no cuenta con reumatología, tampoco atienden en endocrinología, diabetología y cirugías cardiovascular, estaría por activarse con la reciente remodelación de un quirófano de alta tecnología. Es el noveno pabellón que se encuentra operativo, de los 27 en total.

También denuncia las irregularidades que socavan y espantan a los expertos de medicina interna y oftalmología. «Están imponiendo los jefes de servicios, sin llamar al concurso de credenciales», rezonga Rivas de una elección a dedo y que desestima el mérito de quienes llevan hasta 20 años ejerciendo. Se viola el protocolo con jefaturas acéfalas sin los concursos para jefes de servicio o de departamentos.

Esto convierte en desierto al sistema público de salud que descompensa el nivel primario de prevención, ante la falta de consultas. El paciente se congela en lo meramente curativo y pocas veces puede dar continuidad a la rehabilitación. Un colapso que desencadena complicaciones desde lo metabólico hasta cardiovascular.

«Nos quedamos en blanco, sin personal especializado, aun siendo un hospital tipo IV», lamenta de profesionales impotentes ante una intervención quirúrgica sin el personal médico, ni material, insumos y la escasa capacidad de infraestructura. Solo para ilustrar menciona el descuido de una Sala de Emergencias con filtraciones, que se inunda y la lluvia cae hasta en los quirófanos.

Es solo parte de un escenario que obligó la salida de enfermeras, especialistas y personal sanitario en general. El sueldo que apenas puede llegarle a 10 dólares no le alcanza para cubrir sus necesidades básicas, con una canasta alimentaria estimada en más de 140 dólares, según Cendas. La mayoría se ha radicado en otros países y otros que migran a clínicas, siendo Lara como uno de los estados con mayor proliferación de centros privados y acondicionados con equipos de alta tecnología. Un ambiente más sólido y flexible.

 

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