William Croes | LA PRENSA.- La inflación de los alimentos estremeció los mercados municipales de Iribarren. La alternativa de comprar hortalizas, frutas, carnes y granos a un precio más asequible quedó atrás, puesto que en estos modelos de comercios también se ha sentido el alza de cada uno de los productos que conforman la dieta de los venezolanos.
Hace unos dos años atrás, la brecha de precios de los mercados municipales con otros comercios privados como cadenas de supermercados, era abismal. A las personas les gustaba ir a los puestos de dichos mercados porque se sentían atraídas por sus ofertas y la calidad de los productos. Ahora se ve un mercado un poco más mermado en variedad y la calidad se paga cara.
En los mercados Bella Vista, San Juan y Terepaima el incremento general de los productos en el 2016 fue superior al 300%, lo que representa un claro reflejo del espiral inflacionario en el que están sumergidos tantos consumidores como comerciantes que ya no tienen las mismas ganancias de años anteriores y libran una lucha diaria para mantener sus puestos medianamente abastecidos.
Las hortalizas y carnes de mi restaurante siempre las he comprado aquí. A principios de año gastaba 25 mil bolívares diarios, y ahora paso los 90 mil y compro menos cantidad y variedad”, expresa Fátima Trujillo, una señora que tiene más de 15 años visitando el mercado Terepaima para armar el menú en su pequeño negocio de almuerzos ejecutivos.
Carnes, pollo y pescados es la línea de rubros que mayor aumento registró en el año en los tres mercados más emblemáticos de la ciudad. A principios de año, el precio del pollo entero era de Bs. 980, pero a final de año cerró en 3 mil 500 bolívares, un precio que lo alejó del consumo de los barquisimetanos.
La carne de res en sus diversos cortes también tuvo un incremento considerable que espantó a los consumidores. Al inicio de año el kilo se conseguía entre mil 500 y mil 800 bolívares, pero a principios de diciembre el precio se disparó a 4mil 800 y fue en paralelo al alza del dólar negro.
Los intermediarios nos fijaron el precio, y nosotros lo que hemos hecho es en algunos cortos reducir el margen de ganancia, incluso por debajo del 30%, para que las personas se mantengan comprando”, expresa Marilyn Unda, representante de los pequeños carniceros que aglutina a todos los vendedores de los mercados municipales.
Pero no todos los comerciantes tienen espalda suficiente para disminuir sus márgenes de ganancias legales para mantener precios atractivos. En el ramo de las hortalizas y frutas los precios dejaron de ser estáticos y fluctuaron casi de manera semanal. Las fallas en los insumos y el costo de las piezas de vehículos para el traslado de la mercancía jugaron en contra de los precios que fueron escalando la montaña inflacionaria. Durante los 12 meses del año muy pocos precios bajaron y hasta la auyama que era lo más barato se puso por encima de los Bs. 300 por kilogramo.
Con el bolsillo de los larenses cada vez más vacíos a los comerciantes no les queda más que recurrir a ofertas u ofertar productos más económicos que son por los que se inclina el gusto de los consumidores en este 2016.