Osman Rojas | LA PRENSA.- Comer se ha convertido en el desafío más grande de los larenses. Conseguir alimentos es una tarea titánica que demanda un gran esfuerzo por parte de las personas. Visitar mercados, desempolvar las recetas de la abuela y aprender a cocinar “lo más barato” se ha convertido en una constante.
“Lo que era comida para perros en la Cuarta República se ha convertido en el manjar de la Quinta”, la frase de Miguel Carmona, licenciado en nutrición, ejemplifica a la perfección la situación alimentaria que atraviesan los venezolanos y es que, ante la difícil situación económica que atraviesa el país, muchas personas han empezado a comer vísceras, sardinas o yuca en lugar de bistec, pollo o carne. “Compro lo que se pueda. A veces morcilla y un poquito de bistec”, señaló Julio Sira, cliente de un frigorífico de Barquisimeto, quien indica que esto apenas le alcanza para una semana.
La variabilidad del mercado es otro factor a tomar en cuenta a la hora de buscar los resuelve. Por ejemplo, hace un par de meses, el maíz era lo que salvaba la patria, pero el coste de un kilo en los momentos actuales (50 mil bolívares) hace que sea inviable para muchas personas.
“Yo como yuca porque sinceramente es lo que puedo pagar. Ahora uno no puede estar con la exquisitez de ver qué es lo que voy a comer porque todo cuesta un ojo de la cara. Mis amigos me preguntan si la yuca no me aburre y yo les digo que sí, pero no puedo hacer otra cosa. Yo gano sueldo mínimo y a final de quincena tengo suerte si puedo comer dos veces en el día”, confesó sin pena el señor Jaime Pérez, caletero en un comercio asiático.
La estrategia implementada por Pérez puede llegar a ser un arma de doble filo y es que, según cuentan los especialistas, las infecciones por consumo excesivo de yuca se han convertido en una constante en los hospitales.
Mario Zambrano, médico gastroenterólogo, explica que a su consulta lo que más llega son personas con cuadros diarreicos severos.
Cuando hace la entrevista al paciente, el doctor lo primero que hace es preguntar por la alimentación y allí el médico confirma que 70 por ciento de los afectados basa su dieta en yuca y tomate.
“Es lo que está barato. La gente come sin importarle lo que se está metiendo en la boca y lo peor es que esa conciencia está tan arraigada que hasta los niños comen sólo por saciar su necesidad”, dijo el especialista.
El consumo de yuca es tan frecuente que la gente busca la que sea más barata y la come en grandes cantidades para llenarse sin importar la consecuencia que esto puede traer al organismo. La semana pasada, en la ciudad de Maracay, estado Aragua se registraron cinco muertes por el consumo de yuca amarga. Cuando se le preguntó a los familiares por qué compraron el producto, ellos dijeron que no sabían que era amarga y que les llamó la atención lo bajo del precio.
“La vendió un camión en 10 mil bolívares el kilo y compramos porque nos pareció que estaba a muy buen precio. Estaba un poco amarilla, pero creímos que era tierra”, dijo la hermana de una de las cinco personas muertas.
La mujer asegura que ella también probó la yuca, pero como se había comido una arepa antes de cenar se fue a la cama sin hambre. “Me salvé de milagro”, comentó.
Las cinco muertes en Maracay se suman a las tres que se registraron en el sector El Jebe, al norte de Barquisimeto en octubre del año pasado.
En esa ocasión fueron tres niños, todos menores de 10 años los que se intoxicaron y murieron por comer yuca amarga. La razón esgrimida por los padres para justificar la alimentación de los pequeños fue tajante: “No había más nada que comer y compramos lo más barato”.
Luzmila Leal, médico internista y representante de las organizaciones Lara Entera por la Salud y Médicos Unidos, expresó su preocupación por la situación que atraviesan ahora mismo los venezolanos y dijo que las enfermedades gastrointestinales seguirán en aumento si el gobierno continúa ahorcando la economía del venezolano de a pie.
“Ya no existe clase alta. Todos somos de media baja en adelante y eso es algo que se ve reflejado en la alimentación de los venezolanos”, dijo.
Alimentarse en Venezuela cuesta tanto que, en los momentos actuales, es común ver a las personas peleándose en los mercados por el repele que dejan los compradores que van en la mañana. “Hace 10 años lo que quedaba en las cestas era para los puercos o los perros, pero ahora eso sirve para el almuerzo de una familia promedio”, lamenta Fernando Vásquez, vendedor de frutas y verduras en el Mercado Terepaima.