William Croes | LA PRENSA.- Las calles donde funciona el mercado municipal amanecieron cerradas y con una fuerte custodia policial. El centro de Cabudare permaneció despejado gran parte de la mañana, pero con los comerciantes informales alborotados por el decreto emitido el viernes 23 de septiembre por José Barreras, alcalde de Palavecino, en el cual prohíbe la instalación de los tarantines hasta que se garanticen las normas mínimas establecidas en la ordenanza que rige a los mercados municipales.
En los dos años y medios que tiene la gestión de Barreras, no se había emitido un decreto que restringiera el funcionamiento del mercado de los miércoles. Sin embargo, desde el año pasado se han emitido con mayor frecuencia actas compromiso alertando a los comerciantes informales sobre la mala disposición de los desechos sólidos, pesos adulterados, inseguridad, presencia de menores de edad e insalubridad en el manejo de alimentos.
La poca mano dura para la regularización del mercado le abrió terreno a la anarquía que, poco a poco, se fue apoderando de espacios al punto que en las tres manzanas del corazón de Cabudare operan más de mil 500 comerciantes, de los cuales el 75% no son habitantes del municipio y provienen de Acarigua, Barquisimeto y Yaracuy.
“Comerciantes han incumplido con la recolección de desechos. Es un gasto importante para el municipio pagar cuadrillas para el barrido todos los miércoles”, expresa Manuel Cols, director de la alcaldía, quien considera necesario el decreto para poner orden que demanda la municipalidad.
“No existe un registro de todos los comerciantes que operan en el mercado municipal de los miércoles, hay que organizarlos porque deben pagar tres unidades tributarias al municipio”, expresa Daniel Orellana, concejal encargado de la comisión de servicios públicos.
El tema de seguridad y orden es uno de los más sensibles. Habitantes se quejan que los miércoles no tienen salida ni entrada a sus casas porque están bloqueados los accesos con los tarantines. Además de que denuncian la venta ilegal de bebidas alcohólicas, estupefacientes y una nutrida presencia de menores de edad que trabajan como encargados y ayudantes en los puestos de verduras, frutas y mercancía seca.
Sorprendidos
Los comerciantes informales tomaron de muy mala manera el bloqueo a las calles donde funciona el mercado de los miércoles. Comentaban que no habían sido notificados con anticipación sobre la emisión del decreto, pese a que desde la dirección de la alcaldía sostienen que se convocó a una reunión el viernes pasado que no contó con la cuota necesaria de los buhoneros.
“Con estas acciones el alcalde demuestra que no tiene sensibilidad social. Prefiere mantener una medida que impide que los padres de familia dejen de llevar el pan a la casa. Esto no tuvo que haber sucedido si la autoridad de mercados y abastecimiento hiciera un trabajo efectivo”, expresa Anuar Almazán, un comerciante que tiene 30 años en el mercado que no está de acuerdo con el decreto municipal.