Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- «El problema es que allá no hay cupos», es la preocupación que ronda en los padres de niñ;os recluidos en el área de Oncología del Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga y que son remitidos al Hospital Pastor Oropeza, a una semana sin hematólogo pediatra. Reclaman que además les toca sobreponerse a las fallas en insumos, dieta insuficiente, las fatigas sin el aire acondicionado, entre otros inconvenientes.
El miedo se junta con la impotencia en las voces de estos padres, quienes compartieron con La Prensa la incertidumbre de un posible cierre del área, debido al gran vacío en hemato oncología. La desesperación es tan fuerte que tienen previsto para hoy entregar un documento a la Defensoría del Pueblo y así recordar sus derechos a la accesibilidad a la salud, para contar nuevamente con el hematólogo pediatra. Neria Gutiérrez se arma de valor en esta solicitud, considerando que del promedio de 20 niñ;os del Hospital Pediátrico se tiene una mayoría con leucemia y exigen la vigilancia del especialista.
«Esta semana mandaron a algunos padres al Seguro Pastor Oropeza, pero se enteran que solamente hay cuatro camas disponibles», señ;ala un padre con temor a ser identificado, pero angustiado porque si logran las quimioterapias los envían a recuperación en la casa y esto no ocurre en el Pediátrico. «¿;Pero cómo se recupera un paciente con neutropenia febril en casa?», se pregunta ante la necesidad de vigilancia con ese tratamiento de antibióticos que da ese tipo de reacciones en algunos pacientes.
Confirma que se dirigió al seguro, pero no recibieron a su hijo por falta de cupo y el especialista sólo atiende por las mañ;anas. Conoció que sí cuentan con cuatro hematólogos para adultos, pero no tienen pediatras. «Ya no sabemos qué hacer porque no podemos seguir esperando», se lamenta y le preocupa la posibilidad de ser atendidos, pero a sabiendas de la condicionante de la recuperación en casa y el riesgo de descompensarse en los valores de las plaquetas, sin poderle transfundir plaquetas.
Con el porte de guerreros, los padres se levantan ante el sufrimiento de sus hijos y se enfrentan a la falta del especialista junto al resto de limitaciones. El padre afectado además mencionó que los niñ;os cumplen una verdadera «dieta», tan al extremo que muchas veces ni les provoca la comida. «No se trata por falta de sal, sino que a veces suele ser un bollo mediano con vegetales salteados y el sabor a pollo, porque son flecos tan finitos y dispersos que parecen esparcidos con un ventilador». Así lo recuerda, al ver la reciente foto de dicho plato que conserva en su celular.
El equipo de La Prensa lo comprobó en la ración de este jueves. Los tres compartimentos del envase contenían un trozo de yuca, varias cucharadas de arroz blanco y arvejas preparadas con trocitos de papas y zanahoria. «No nos permiten traer comida de casa y los niñ;os a veces no pasan esto», se queja de la deficiencia que muchos callan por miedo, aún cuando no se está mintiendo.
Las habitaciones tienen en común que al entrar se percibe un cepillo de barrer identificado con el nombre del paciente, coleto tendido y jabón líquido que explican es comprado por los familiares para conservar la higiene y evitar la contaminación de estos pacientes oncológicos, cuyo sistema inmunológico es más vulnerable. También que la mayoría de televisores no tienen la conexión para garantizar la programación infantil a los niñ;os.
Algunos colchones para el descanso de familiares están corroídos y los amplios ventanales ofrecen la intensidad de la resolana en las tardes soleadas. No funciona el aire acondicionado, lo que suele generar fatiga en los niñ;os por la inclemencia del calor. Una de las observaciones del señ;or Jesús Yépez es la falta de mantenimiento al respecto y que se replica en el resto de padres, al coincidir en las amenazas de contaminación por la ausencia de un ambiente fresco.
Los gritos de un paciente se escuchaban en toda el área, era el desespero porque debían volver a tomarle la vía intravenosa. Está superando un cuadro de neutropenia febril y se encuentra bajo la administración de antibióticos. La enfermera indicaba que debían tomar la vía en otra vena, mientras la madre del niñ;o le encomienda a su esposo que debe bajar corriendo —literal— a comprar el Jelco.
Los padres admiten que ya están acostumbrados porque les ha tocado comprar jelcos, jeringas, medicamentos y pedir colaboración para comprar los fármacos porque están vencidos los que les ha suministrado el Seguro Social para las quimioterapias de este pequeñ;o de cuatro añ;os. «Es una carrera permanente, incluso correr con el tubito de la muestra para evitar que la misma se coagule antes de llegar al laboratorio privado», señ;ala de los exámenes de rutina que cumplen gracias al apoyo de familiares y colaboración de algunas fundaciones.
Otro gasto es cuando no consiguen plaquetas y que deben ubicar entre $15 a $20, un monto que se multiplica cuando necesitan hasta cuatro bolsitas diarias hasta que se recupere el niñ;o. Se sienten bendecidos cuando cuentan con el apoyo del banco de sangre y se las regalan.
Una de las cosas que agradecen de corazón es la vocación del personal que sigue atendiendo a sus hijos en el Pediátrico, así como la regularidad que últimamente han tenido con el servicio del agua.
Exigen respuesta inmediata
La respuesta de la directiva del Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga de ubicar el hematólogo fue prometida para antes de este viernes. La situación no ha mejorado y un grupo de madres tiene previsto para hoy a partir de las 8:30 am entregar la solicitud por escrito ante la Defensoría del Pueblo.
Así lo reitera Neria Gutiérrez, quien fue una de las madres que protestó a comienzo de esta semana, porque el especialista renunció el pasado viernes y tenían las esperanzas que se reconsiderara esa decisión. «No podemos seguir esperando porque el cáncer no juega«, señ;ala molesta por el riesgo latente que envuelve a niñ;os que padecen de leucemia, quienes son mayoría entre los pacientes oncológicos del Hospital Pediátrico.
La intención es seguir buscando apoyo, sabiendo que la directiva conoce esa incertidumbre que están viviendo los padres de estos niñ;os.