viernes, 22 noviembre 2024
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A media máquina: déficit de médicos en Lara y Táchira roza el 60%

Guiomar López / Mayerlin Villanueva | LA PRENSA DE LARA.-& ;Dan la batalla a diario en los principales centros de salud. Una realidad vivida en los hospitales Antonio María Pineda y el central de San Cristóbal, es que los médicos residentes son los que prácticamente mantienen operativos estos recintos frente al déficit de especialistas que puede ascender al 60 %. Superan el temor y atienden a diario, aún saturados de trabajo, controlando el miedo por la falta de protección ante la COVID-19 y a veces deben sacrificar su continuidad en postgrados por los bajos sueldos, obligando a los profesionales a alternar en el servicio privado.

El hospital central de Barquisimeto se está quedando sin residentes de emergenciología, cuidados intensivos y medicina interna. El gremio médico denuncia el bajón que ha dejado a la Emergencia solo con médicos integrales y señalan que por los sueldos tan bajos, les toca sobrevivir y buscar ingresos, quedando truncada la continuidad académica. Muchos temen exponerse al mayor contacto que ameritan estas especialidades, por las limitaciones en medidas de bioseguridad y el riesgo de atender pacientes asintomáticos.

«Con un sueldo menor a $ 7 y con una extrema carga asistencial, no tienen capacidad de mantenerse en postgrado», señaló René Rivas, presidente de Colegio de Médicos en Lara, sobre este principal centro de salud. Emergencias debería contar con 16 para los 3 turnos, la unidad de cuidados intensivos (UCI) apenas con 1, cuando requieren de 12 que van distribuidos 2 por cada grupo y medicina interna necesitando 16.

El resto de residentes lo estima entre 200 a 240, siendo los que han mantenido operativo al hospital, debido al déficit de especialistas que supera el 60 % y además de las enfermeras en hasta 80 %. La mayoría de los profesionales termina de prepararse a la par con la carga académica de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA).

Tal como confirma Rivas, la mayoría de estos galenos prefieren postgrados en las carreras quirúrgicas, aquellas de más oferta en especializaciones como ginecobstetricia, traumatología, oftalmología, otorrinolaringología, entre otros que puedan generar ingresos desde la atención privada. No tiene comparación este tipo de honorario, ante la exclusividad de las consultas en el sistema público.

Señala que la coyuntura económica del país y los bajos sueldos los han llevado a estar entre sus obligaciones en centros públicos y alternar con pacientes en consultorios privados, además de la alta demanda de atención a domicilio. Un esfuerzo para poder cubrir sus necesidades básicas.

«Hubo un considerable bajón en el concurso de postgrado, incluso llamando a otra convocatoria y las especializaciones se están debatiendo en el repunte de las consultas en privados», refiere el experto, más aún cuando se trata de profesionales que deben irse a sus ciudades de origen, sin la capacidad de poder quedarse con los gastos de hospedaje en Barquisimeto.

Se cuenta con ese lote de profesionales permanentemente, quienes tienen su relevo, culminada la exigencia práctica del postgrado.

Sin fronteras

La pandemia por el coronavirus sigue sin dar tregua a los héroes de bata blanca, pues los médicos residentes se han visto saturados de trabajo ante la falta de personal.

El director del Hospital Central de San Cristóbal, Régulo Lobo, confirmó que en la actualidad hay 166 médicos residentes, quienes están distribuidos en todas las áreas del centro de salud. También existen 72 cargos vacantes en diferentes especialidades, como traumatología, pediatría, ginecobstetricia, medicina interna, cirugías, entre otras. Se necesita personal en todas las áreas, por lo que se está trabajando con los que hay» añadió Lobo.

Para la atención de pacientes que padecen COVID-19, indicó que estos profesionales vienen cumpliendo una rotación desde hace varios meses. Aseguran que los residentes puedan brindar ayuda a los contagiados que se encuentran recluidos en las salas de aislamiento de este centro centinela.

En cuanto al personal de enfermería, se necesita una plantilla de 1.300 y por ahora se cuenta con 430. La falta de un buen salario por parte del Gobierno nacional ha provocado la renuncia del personal de salud, quienes reciben un sueldo desde 3 a 8 dólares, lo que se hace insuficiente para cubrir la canasta alimentaria y demás necesidades básicas.

El coordinador de la Escuela de Medicina de la Universidad de Los Andes, núcleo Táchira, Renny Cárdenas, destacó que en el primer centro asistencial de la entidad, existe un gran vacío de residentes.

«En el servicio de traumatología que contaba con 16 residentes, solo quedan tres. Esto hace difícil para ciertas áreas cumplir con sus objetivos, cuando no se tiene el personal completo y se sobrecarga el trabajo de los mismos» agregó Cárdenas.

Para el coordinador, los bajos salarios y la situación económica, son los detonantes para que los galenos no continúen en las áreas de postgrado y se vayan del país.

«Los que están, lo hacen cubriendo todo y se están rotando en diferentes áreas, y más aún cuando ocurren incidentes como el accidente en la frontera con varios fallecidos, donde solo había dos médicos de traumatología de guardia, lo que hace difícil el trabajo» puntualizó Cárdenas.

A ello se suma que estos médicos no pueden laborar en centros privados, porque permanecen en el Hospital Central de tiempo completo. Solo los mantiene la mística por su preparación y la garantía de la atención del paciente.

Migran por buscar mejores ingresos

La preocupación también es sentida por el doctor Ruy Medina, ex director de este hospital, al recalcar que las limitaciones impulsan al mayor peso de la medicina privada. «De hecho, la mayoría que busca mejoras en el exterior, prefiere esperar varios años para poder optar a la revalidación y luego empezar desde medicina general, aun teniendo un postgrado», cita de la migración con excelentes especialistas hacia Colombia, Argentina, Perú, Chile, Ecuador, entre otros.

Es tanta la preocupación que Estados Unidos y principales ciudades de Europa dejaron de ser los principales destinos. La dificultad en la cotidianidad entre la hiperinflación, bajos sueldos y al estremecer la pandemia, fijó la brújula hacia países cercanos de América del Sur.

Ilustra las realidades de un neurocirujano que en el exterior percibe hasta $ 4 mil mensual y gozar del beneficio de seguro de vida, rango de seguridad social que poco se cumple en Venezuela y limitarse la cobertura para mínimas emergencias. «Aplaudo la formación de los residentes en sus 26 especialidades de la UCLA, quienes son brillantes», finalizó.

 

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