Ana León | LA PRENSA.- Cuando se ofrece la palabra del señor comienza la ofrenda. Por cada pasillo y banco del templo circulan las bolsitas para que cada feligrés pueda dar su aporte. Todos ingresan sus manos en los pequeños saquitos, pero cuando los servidores van a sacar cuentas, la cantidad de dinero no equivale al total de personas que, al parecer, depositó algo.
La falta de billetes no sólo afecta al ciudadano en su vida diaria sino también a las iglesias. La colecta que se hace en las eucaristías ha mermado más del 40% en algunos templos de Barquisimeto y son los sacerdotes, pastores y reverendos los que deben ingeniárselas para estirar el efectivo.
El pago de la colecta con billetes se ha vuelto casi exclusivo de aquellos feligreses que no poseen cuentas bancarias o que son de lugares remotos pues la mayoría de las personas transfieren o en algunas ocasiones hacen uso del pago móvil para poder seguir aportando su ofrenda a la iglesia.
Consciente de la falta de billetes, el pastor Abraham Silva explica que “para poder solventar la situación del efectivo, estamos aceptando transferencias y pago móvil en algunas ocasiones” pues argumenta que el dinero que ingresa en la ofrenda sirve, en gran parte para el mantenimiento o alquiler de los espacios donde hacen vida los religiosos.
Así como le pasa a los evangélicos les sucede a los católicos quienes se complican con los pagos a empleados como los que hacen la limpieza o vigilancia de los templos, además del pago de insumos como las hostias que, dependiendo donde se compren, deben pagarse en efectivo.
El sacerdote David Saavedra explica que han tenido un gran bajón en las colaboraciones pero que ellos saben que “Dios nos los deja solos” y deben seguir trabajando.