Euseglimar González | LA PRENSA DE LARA.- El rojo que tiñe las estadísticas de violencia en el país es más intenso. A los criminales no solo les basta con asesinar a tiros, puñaladas o golpes a sus víctimas, algunos suelen ser más crueles y macabros, debido a que rocían combustible sobre las personas y luego les prenden candela para que las llamas los consuman hasta quedar hechos cenizas. Muchas veces lo hacen para tapar evidencias y que haya impunidad en los casos, pues para los investigadores se les complica identificar a las víctimas.
En Lara desde el año 2015 se han registrado muchos casos de personas que resultan carbonizadas por hampones. En un conteo en los registros de LA PRENSA alrededor de 20 personas fueron víctimas de criminales que usaron combustibles para acabar con sus vidas. Los matones raptan a sus víctimas y se las llevan a sitios desolados y con poco acceso vehicular, esto para evitar ser descubiertos.
Estos crímenes conocidos por habitantes del estado como «horrendos o macabros», son delitos en los que la víctima sufre un daño mayor: torturas, quemaduras y desmembramiento y que según el criminólogo Fermín Mármol García son un reflejo de cómo la violencia recrudece en el país.
No solo en Lara se han registrado estos atroces casos sino que en varios estados del país el ensañamiento se ha apoderado y no solo hay derramamiento de sangre sino también fuego. Criminólogos y funcionarios de seguridad consultados han asegurado que en Venezuela hay bandas delictivas con integrantes apodados «cocos secos«, quienes cometen este tipo de homicidio por «placer» o para dejar un mensaje a bandas contrincantes.
La mayoría de los homicidas que cometen este tipo de hecho son menores de 25 años, para algunos funcionarios estos consumen droga antes y durante el homicidio, convirtiéndose en unos sanguinarios.
Dentro del carro
En el año 2015, tres hombres murieron tras ser carbonizados dentro de un vehículo Corsa. El dantesco hecho ocurrió en el caserío Mubuy de Padre Diego, ubicado en la carretera vieja hacia Carora.
Rodeado de cardones y cactus estaba el Corsa carbonizado. Las llamas consumieron los cuatro cauchos, pintura, asientos y tablero. No quedó nada, sólo la estructura de hierro, los cadáveres yacían adentro. Uno tenía el cráneo en dirección hacia el volante. Se distinguía la estructura ósea y el cuerpo era un bulto carbonizado.
El hallazgo fue un 5 de marzo de 2015 y lo hizo una abuela, que pasaba los 70 años, salió de su casa en el caserío Mubuy Abajo. Junto a su nieta de dos años, caminó 200 metros, pues iba a vigilar los chivos que criaba, pero se encontró un Corsa quemado cerca de la vía. Cuando ella se asomó al carro, descubrió los tres cadáveres.
Un sobrino de la doña avisó a las autoridades sobre el hallazgo, pues el caserío queda a 40 minutos de Pavia. Un par de horas después llegaron funcionarios del Eje de Homicidios del Cicpc para hacer las experticias y minuciosamente colectar todas las evidencias.
Para ese año, dos de las víctimas fueron identificadas como Euclides José Mujica León y Luis Miguel Colina Liscano, pero no fue por la vestimenta, sino por el vehículo y además tenían tres días desaparecidos.
Los familiares de las víctimas fueron quienes dieron pistas de ellos, pues lo buscaban desde el miércoles en la noche. Ese día, como a las 8:00 de la noche, Luis Miguel fue a visitar a Euclides en su casa en La Ceiba de Quíbor y tras varios minutos, otra persona en el Corsa fue a buscarlos y se los llevó en su vehículo.
Supuestamente, quien manejaba era Xavier Pérez, quien también era del municipio Jiménez. Esa fue la última vez que supieron de ellos.
Aun cuando los familiares dieron pistas y de que podrían tratarse de ellos, los funcionarios explicaron que realizar la identificación plena de los tres era difícil, pues debían acudir a la antropología forense y a las pruebas de ADN para determinar quiénes eran las personas que quedaron hechas polvo.
Para ese entonces, se supo que las llamas fueron tan rudas que ni siquiera quedaron los dientes de los cadáveres para que el odontólogo forense pueda optar por identificarlos bajo esta metodología.
Se repite la historia
Dos años después la historia de los tres hombres muertos carbonizados en Padre Diego se repitió. Héctor José León Peralta (27), Edwin Ramón Martínez León (27) y Yeison José Angulo Urriola (23), padres de familia y agricultores fueron asesinados brutalmente el 4 de febrero de 2017 en el caserío Mocundo, municipio Jiménez.
Los jóvenes fueron raptados, asesinados y posteriormente quemados dentro del vehículo en el que se trasladaban.
Para ese momento se conoció que las víctimas fueron interceptadas en el caserío San Miguel y algunos habitantes contaron que los autores del triple asesinato no eran «hampa común», destacaron que quienes arremetieron esa tarde andaban en camionetas y vehículos con chalecos antibalas, portando armas cortas y largas que parecían pertenecer a efectivos de seguridad.
Pocos días después del crimen, fuentes ligadas a las investigaciones del Cicpc detallaron que en el triple homicidio estaban involucrados ocho funcionarios de la PNB, para ese año solo lograron capturar a una oficial.
Los cuerpos fueron sepultados días después del crimen.
Mujeres víctimas de las llamas
Los criminales no respetan edad, color ni género. En Lara las mujeres también han sido víctimas de criminales que se ensañan y les prenden fuego.
Cada caso supera la atrocidad. Uno de los casos ocurrió en mayo de 2018. En medio de dos camas estaba el cuerpo, bocabajo, de María Mercedes Fréitez Falcón (35). Sus piernas y brazos estaban quemados, tenía la cara enterrada al piso y debajo un charco de sangre. A la mujer la mataron supuestamente a golpes y dentro de su cuarto le rociaron gasolina. El hecho ocurrió el viernes a las 7:30 de la noche en el sector Las Brujitas de Bobare, municipio Crespo.
Presuntamente a María la habían amenazado de muerte varias veces, luego de que ella denunciara ante Polilara y la PNB a unos delincuentes que se habían metido dos veces a robar a su casa. LA PRENSA pudo conocer por parte de la familia que había recibido una amenaza de muerte.
Un año antes, María Graciela Torrealba (42) fue baleada y quemada en el caserío Las Palmitas, vía a Cordero de la zona norte de Barquisimeto.
Los dejan en plena vía y con la moto con la que robaban& ;
Tirados en la carretera con quemaduras en casi todo el cuerpo fueron hallados dos cadáveres la mañana del jueves santo en el año 2017, en la vía hacia El Blanquito, en el sector Casa ‘e Tabla de Sanare, municipio Andrés Eloy Blanco.
Sobre el crimen llovieron varias versiones, pero una de ellas fue que los dos hombres fueron linchados por una turba de personas, presuntamente, porque eran unos delincuentes que se la pasaban robando motos en el pueblo de Sanare.
La mañana de ese Jueves Santo fue interrumpida, cuando conductores se trasladaban por la vía y vieron los cuerpos uno al lado del otro y junto a ellos la moto, todos carbonizados. No lo podían creer, al principio pensaron que se trató de un accidente y decidieron llamar a la policía.
Como Alexander Mendoza y David Jiménez quedaron identificadas las víctimas. El hecho ocurrió a la 1:00 de la madrugada del jueves. Los cuerpos quedaron irreconocibles, aunque los familiares los reconocieron por las vestimentas que cargaban.
Ese día los funcionarios del Eje contra Homicidios del Cicpc se trasladaron hasta el pueblo para hacer el levantamiento de los cuerpos y colectar las evidencias para comenzar con las investigaciones.
Según información que pudo obtener LA PRENSA, a Alexander lo golpearon en la cabeza y tuvo traumatismo craneoencefálico, mientras que a David le dispararon. Luego de estar muertos fueron quemados, presuntamente por una comunidad enardecida.
Tras varios días del crimen, en Barquisimeto, los cuerpos de las víctimas fueron revisados por un equipo forense, pero fueron trasladados al Senamecf de Caracas para realizarle más estudios e identificarlos, para posteriormente entregarlos a sus familiares y que fueran sepultados.
Se ensañan con una familia
En noviembre del año pasado, tres miembros de la familia Yánez González, fueron asesinados en Las Tinajitas, cerca del Distribuidor San Francisco, al oeste de Barquisimeto y luego de dos meses del crimen, el Cicpc logró identificar a tres de los implicados, quienes fueron empleados del galpón en donde residía la familia.
César Yánez (55), Damary González (40) y su hijo de 17 años, fueron asesinados dentro de la casa, los criminales los golpearon y luego les rociaron combustible para quemarlos. Tres días después fue que hicieron el hallazgo y estaban descompuestos.
César estaba bocabajo en el baño con parte de su cuerpo quemado, el cuerpo de su esposa estaba bocarriba, vestía jeans y franela vinotinto, estaba tirada a un lado de la cama del cuarto principal.