Jennifer Orozco | LA PRENSA.-El abogado Freddy Gerardo Hernández Borges (39) y la médico cirujano Eliana Bonilla (35) fueron heridos de bala en el distribuidor Jirahara, por unos vándalos que atacan en esa zona. El profesional del derecho perdió un ojo, mientras que la doctora se debate entre la vida y la muerte.
La pareja estaba en una reunión el domingo en el Hotel Jirahara. Al salir, casi a las 9:00 de la noche, decidieron bajar a Cabudare por el distribuidor de la Ribereña hasta su casa. Tras detenerse en el semáforo y luego arrancar, les lanzaron un objeto que les partió el parabrisas. Freddy se detuvo y ahí fue que le llegaron dos chamos que no pasaban de los 16 años. Por ambas ventanas comenzó el ataque.
El cinturón de Eliana no se podía desabrochar. Cuando Freddy vio el ataque, trató de ayudarla, pero las amenazas de los tipos se hicieron intensas y cuando el abogado volteó a ver a sus atacantes, uno de los hampones le disparó en el ojo izquierdo. Eliana se desesperó y gritó y en ese momento el malandro le propinó tres disparos en el tórax.
Los hampones luego de eso salieron corriendo. Supuestamente dos carros particulares que pasaban por el sitio auxiliaron a la pareja. Freddy fue trasladado al Hospital Central y Eliana al Hospital del Seguro Social Pastor Oropeza. El abogado fue operado.
Le extrajeron la bala que le afectó completamente el ojo. Quedó con un leve trauma craneal y pasó a observación de hombres, donde ayer lo vio personal de oftalmología y se encuentra estable, caso contrario al de Eliana, quien desde el domingo está intubada, pues las balas no sólo perforaron su tórax y órganos vitales, si no que tuvo trauma medular.
La profesional de la salud tiene diagnóstico reservado de los médicos y está en la Unidad de Cuidados Intensivos. Sus familiares y colegas han hecho campañas de ayuda para pedir medicamentos y sangre. Vecinos del Jirahara dicen que la banda de “malandritos” reside cerca en invasiones que han hecho cerca del semáforo del distribuidor. Son como 10 delincuentes que andan armados, pero que no pasan de los 17 años.
Los ataques se habían calmado porque Polilara estaba haciendo rondas nocturnas, pero como no han vuelto, “los monstruos” regresaron.Piden vigilancia y que el Cicpc le meta “inteligencia e investigación” para que acaben con la banda. Exigen que algún cuerpo de seguridad monte una alcabala fija en el distribuidor, sobre todo en las noches.